Capítulo 68

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   El arrullo de una fuente de agua fue impregnando el sueño de Ery

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   El arrullo de una fuente de agua fue impregnando el sueño de Ery. Punzadas de dolor le martilleaban la cabeza cada vez que intentaba concentrarse en un pensamiento. Débil y con mucha sed, estaba recostada de lado sobre algo suave y mullido, quizás una alfombra de piel.

   Abrió los ojos, y no vio más que oscuridad. Se descubrió las manos atadas a la espalda. Con cuidado se sentó sobre los talones y esperó, esforzándose por penetrar con la vista las tinieblas.

   Un constante murmullo acuático, lejano pero preciso, era lo único que le concedía la calma suficiente para no desesperar en medio de la sólida negrura. Un perfume exótico, femenino y agresivo, hizo que quisiera frotarse la nariz.

   ¿Dónde estaba? ¿Qué había sucedido después de su fallido intento por derribar al espía alado? Las imágenes iban volviendo a su mente: los vampiros zombi rodeando a Alan en el callejón, la aparición de Thomas Lynx y el fatídico disparo. ¿Por qué ella no le había disparado, en defensa de Alan? Quizá podría haberlo salvado al Buscador.

   ―No llores, Ery ―susurró para sí, como si hablar la ayudara a no sentirse sola―. Exan vengará la muerte de Kerni y de Alan.

   Entonces recordó las burlonas palabras del maldito Lynx: "Elven te quiere viva". ¿Por qué esa despiadada vampira la querría viva a ella?

   "Tal vez soy una rehén ―se dijo―, una moneda de intercambio para que Exan deje en paz a Íbisklev".

   Una risita detrás de ella le heló la piel. No estaba sola. Pero no se atrevió a mirar atrás. Se quedó quieta, cerró los ojos y extendió todos los sentidos hacia lo que la rodeaba. Trató de evocar las palabras de Exan, los pasos alrededor de su visión. Y al guerrero nóckut que la defendía de los espectros escarlatas.

   Un repentino tirón del pelo le llevó la cabeza hacia atrás. Ery gritó antes de que un trapo húmedo le cubriera la boca. Aspiró el olor intenso que impregnaba la tela, el mismo perfume que había percibido después de despertar. Trató de incorporarse, pero las piernas le fallaron. Cerró los ojos y se dejó llevar por el sueño que llegó en oleadas, a la vez que el arrullo de la fuente de agua se iba extinguiendo.

 Cerró los ojos y se dejó llevar por el sueño que llegó en oleadas, a la vez que el arrullo de la fuente de agua se iba extinguiendo

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Venganza y Despertar ||| Libro 1 de Sombras de CondenaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora