Capítulo 74

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   El aroma a jazmín iba despejando la mente de Ery, poco a poco

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   El aroma a jazmín iba despejando la mente de Ery, poco a poco. A través de los párpados cerrados percibió la claridad del ambiente, y con los dedos notó la suavidad de la manta que la cubría. Giró la cabeza y abrió los ojos.

   Sentada junto a ella vio nada menos que a Arixia.

   Su tutora y amiga dormitaba en un sillón al lado de la cama sobre la que ella acababa de despertar. Detrás de Arixia, la habitación contaba con una mesa y un cristalero con los estantes repletos de frascos, cajas y hornillos.

   ―¡Arixia! ―la llamó Ery.

   Arixia dio una cabezada brusca y abrió los ojos.

   ―¡Ery! ―dijo, y sonrió―. Al fin despiertas, mi pequeña.

   ―Me sorprende y me alegra verte aquí, Arixia. ¿Dónde estamos? No recuerdo una habitación tan luminosa en nuestro castillo.

   ―Estamos en la clínica del Centro de Ribinska. No te levantes todavía, espérame aquí. Enseguida estaré contigo.

   Arixia salió por una de las puertas que Ery vio en el cuarto. A su izquierda, las cortinas de una ventana se agitaron con la brisa.

   ¿Ribinska? ¿Qué había sucedido? Lo último que recordaba era la siniestra visión de la tundra berisiana, empapada de sangre y cenizas. Pero una sensación reconfortante se superpuso a aquella visión.

   Se descubrió un trozo de tela anudado en la muñeca, y jugueteó con él. Lo observó mejor: se trataba de un tejido escarlata con bordados en hilo de oro que representaban bestias de otro mundo; un mundo ya no tan lejano como había creído en un principio.

   Unos pasos rápidos se acercaron a la puerta por la que había salido Arixia, y dos muchachos que ella reconoció aparecieron en el umbral. ¡Había logrado salvar a Botis! El último recuerdo de antes de desvanecerse en el campo de batalla regresó en cuanto vio al nóckut. Y acompañaba a Botis...

   ―¡Alan!

   ¿Estaba soñando? Ella lo había visto recibir aquel disparo. Se cubrió la cara, tratando de contener las lágrimas que brotaron de todas maneras.

   ―¡Hey, alégrate de vernos! ―dijo Valken―. No llores, querida Ery. La magia nóckut es algo que debemos celebrar.

   ―¿Cómo es posible? Díganme entonces que Kerni...

   ―No, Ery. ―Alan se acercó a ella―. Kerni ya no está con nosotros. Su familia y los Guardianes de este Centro lo despidieron con los honores de un agente caído en servicio, y eso fue hace unos días.

   ―¿Hace unos días? ―Miró confundida a Alan y a Botis―. ¿Cuánto tiempo pasó desde que...?

   Alan la abrazó, y ella también lo estrechó contra sí:

Venganza y Despertar ||| Libro 1 de Sombras de CondenaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora