Capítulo 53

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   Alan se plantó en medio de la sala de los espejos, eligió uno como su "adversario" y desenvainó a Rynfer

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   Alan se plantó en medio de la sala de los espejos, eligió uno como su "adversario" y desenvainó a Rynfer. Se puso en posición de guardia ante la tela oscura que cubría el espejo-portal. Más de una vez había practicado esgrima de aquel modo, imaginando que los espejos eran enemigos, pero a los que no debía tocar: no era su intención romper los portales del castillo de Exan Deil, y además evitar el contacto en cada lance y estocada perfeccionaba la precisión de sus ataques. Aunque era mucho más fácil practicar esos simulacros en la soledad del Paso de los Espejos, donde contaba con decenas de espejos que le devolvían su imagen, con este se arreglaría.

   Simuló un puntazo hacia el frente, en el entrecejo del enemigo imaginario.

   Con sus revelaciones de anoche, Exan había aclarado algunas dudas del Buscador, pero al mismo tiempo ensombreció otros aspectos. El ex Cazador Thomas Lynx, entrenado por Deil en el Centro de Ribinska, se había enamorado de una vampira. Y no de una cualquiera: Elven había sido pupila de la adalid mayor de la Hermandad de Sangre. El amancebamiento entre Tom y la vampira significó el fracaso de muchas misiones de los agentes del Centro. Y la consecuente muerte de ciudadanos: la Hermandad necesitaba sangre inocente para sus prácticas de magia oscura. Una vez descubierto el idilio prohibido, el juzgado dependiente del Centro de Ribinska declaró a Thomas Lynx culpable de alta traición por conspirar con la Hermandad de Sangre mientras prestaba servicio como Cazador. Y aquello suponía no solo la obvia exclusión de la división de Cazadores, sino también la pena de muerte.

   Alan desplazó los pies, y lanzó un ataque simple contra otro espejo.

   Durante sus años en Ribinska, Thomas Lynx se había ganado una buena reputación en las ciudades del sur de Berisia. Pero ni siquiera esos antecedentes lograron frenar la decisión del Centro. Tom no fue condenado a muerte, sino vendido a una secta de brujos, los Ladrones de Tiempo. El juez del caso había analizado la situación heredada por la Hermandad: su persecución y exterminio había generado enormes gastos, tanto para el Centro como para las arcas de las ciudades afectadas. La ayuda económica que ofrecían los Ladrones había convencido al juzgado: venderles a Lynx para sus macabros experimentos ayudaba a solventar las pérdidas materiales.

   "Vaya forma de solucionar problemas ―pensó Alan Valken improvisando una defensa ante un contraataque imaginario―. Resolver las consecuencias de una secta siniestra, pero colaborando con otra no menos tenebrosa".

   ¿Cómo Exan pudo ofrecerse para llevar a su excompañero hasta las propias narices de aquellos brujos?

   "No se puede esperar menos del Cazador Exan Deil", se dijo Alan, sabiendo quién es en realidad.

   Sí, Exan se había ofrecido para entregarlo, una vez concretado el pago. Lo había llevado a la cima más alta de la cordillera berisiana. Y en las entrañas de esa misma montaña había puesto a dormir a Elven con una técnica muy poco ortodoxa. Se trataba de clavar en el corazón del vampiro una estaca de jaspe negro, un mineral sumamente tóxico para esos monstruos de la Noche. El ritual de adormecimiento se completaba con una maldición aletargadora de no-muertos. Y después de que Elven soportara ―así, perfectamente consciente de su eterna, de su horrenda hibernación― nada menos que dos siglos de un sufrimiento atroz que se discernía infinito, alguien halló el modo de despertarla.

Venganza y Despertar ||| Libro 1 de Sombras de CondenaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora