Capítulo 16

137 51 87
                                    

   El día del esperado encuentro llegó

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

   El día del esperado encuentro llegó. El sol brillaba en un cielo sin nubes, y los cipreses recortaban sombras puntiagudas, semejantes a puñales, sobre las calles azules de Zelania.

   "O semejantes a colmillos", se dijo Alan Valken.

   La mansión de la condesa Voryanda Rynfer era el centro de un enorme jardín vallado. Una amplia escalera precedía el portal de aquella entrada flanqueada por dos columnas, y las rosas trepadoras asomaban aquí y allí por el muro de ladrillos rústicos: una atmósfera que invitaba a Valken a la contemplación y al deliquio, en contraste con la razón de la inminente entrevista.

   Bajo la sombra de un ciprés, Alan alzó la vista hacia la fachada de la casona. Más allá de los balcones, detrás de una cortina vislumbró cierta silueta.

   ¿Cómo miraría a Voryanda después de haber dejado dormir sus sentimientos por tanto tiempo? La última comunicación que habían mantenido fue una carta de ella, una fría esquela en que solicitaba la colaboración de un Buscador para hallar su talismán perdido. Y era entendible que tomara distancia de esa manera: después de tanto tiempo, Voryanda esperaría reencontrarse con un hombre diferente, alguien a quien los diez años transcurridos le hubieran puesto alguna cana; ya no el ágil Buscador capaz de hacer lo que fuese por impresionarla a ella. Como fuese, muy pronto lady Rynfer descubriría la verdad. ¿Qué pensaría ―qué sospecharía, por mejor decirlo― al verlo a él con el mismo aspecto de la última vez que se besaron?

   Se preguntó cuáles serían las consecuencias si él le revelara el pacto que había hecho años atrás. ¿Acaso dejaría de amarlo? Eso si aún la condesa guardaba algo del amor que habían compartido por un tiempo.

   Alan dejó de darle vueltas a su sombrero y se lo calzó, resoplando, y fue hacia el pie de la escalera. Exan Deil se demoraba.

   ―Te ves como un niño aburrido ―dijo una voz bien conocida.

   ―¿Es coincidencia, o apareciste cuando pensé que me vería yo solo con la condesa?

   Exan se plantó delante de él, muy serio:

   ―Escúchame, Alan: cuando estemos en compañía de lady Rynfer, solo se hablará de asuntos vinculados a nuestro trabajo. Te conozco desde hace tiempo, pero a ella desde hace mucho más. Lo único que necesito hoy es que no pienses en estupideces y que te concentres en nuestra misión.

   Alan le sostuvo la mirada.

   ―Exan ―dijo―, ¿sabrá ella la verdad sobre mí?

   ―No toda. ―Deil sonrió―. Pero nuestra nóckut fue bien entrenada, y tiene olfato de cazadora. Tal vez, cuando te vea, la sospeche. Pero recuerda que no debes revelársela. Ni a ella ni a nadie.

   La puerta de entrada se abrió, y los dos callaron, al pie de la escalera.

   Alan inclinó la cabeza a modo de saludo. Volvió a admirarse, como siempre, de la fresca belleza de lady Rynfer, una lozanía intacta a pesar de las... ¿Cuántas décadas de vida tendría Voryanda? La vida de los nóckuts era incalculable, y prácticamente no envejecían jamás. Dos largas trenzas de aquel pelo rojo fuego le caían sobre esos pechos que envidiaría una náyade. Imponente vista desde abajo, un largo vestido negro con volados y telarañas de rubíes acentuaba sus formas.

Venganza y Despertar ||| Libro 1 de Sombras de CondenaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora