Capítulo 55

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   Exan Deil estaba convencido: había sido Alestia, no había dudas de la complicidad entre aquella vieja Hechicera y Melquíades Derkin

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   Exan Deil estaba convencido: había sido Alestia, no había dudas de la complicidad entre aquella vieja Hechicera y Melquíades Derkin.

   Alestia volvía a aparecer después de años de esconderse del Cazador. El contacto que mantenía con su hermano Devnus era esporádico, y el Guardián nunca había podido localizarla. Como una sombra del pasado, Alestia siempre estaba en movimiento, y aparecía cuando menos se la esperaba.

   ¿Y qué podía hacer él al respecto? Exan Deil se dijo que al menos podría moldear a su voluntad la nueva arma nóckut que Alestia había creado para él indirectamente.

   Bajo el silencio de la noche, sentado en el banco de piedra junto a las caballerizas del castillo, Exan repasó la semana de práctica de tiro que Ery logró cumplir. Y con resultados más que satisfactorios.

   Kerni resultó un excelente instructor para iniciarla, aunque para su gusto demasiado benévolo con la aprendiza. Ery era una nóckut, y los nóckuts eran capaces de desarrollar un dominio de las armas muy superior al de los humanos. Por empezar, la vista era más aguda, y eso les aseguraba una mejor puntería en menos tiempo.

   Durante los días siguientes, Exan Deil se había encargado de perfeccionar la precisión de Ery, tanto bajo la luz del sol como durante las frías y oscuras noches que rodeaban el castillo.

   Hacia el final de esta última jornada de aprendizaje, la futura nóckut había hecho diana en casi todos los blancos dispuestos en el terreno. Para alguien que nunca en su vida había disparado, era evidente el poder de aquella sangre.

   Pero Deil sabía que podría exigirle aún más.

   Alan Valken había demorado un año en mejorar aceptablemente con la pistola y el rifle ―se le daba con más naturalidad el manejo de la espada―, pero Ery alcanzó ese poder de fuego en tan solo una semana. Exan debía reconocer que ni siquiera Voryanda había mejorado tan rápido. ¿Sería aquel el don oculto de Ery Nebresko, el poder arcano y ancestral que, se suponía, debía aparecer cuando despertara? No, el don no había despertado aún en ella. El Cazador debía esperar.

   Perdido en el horizonte de montañas, un aullido solitario encontró su eco entre el pinar que tenía enfrente: los lobos de las montañas bajaban cada día más hacia la frontera norte de las ciudades.

   El suave relincho de uno de los caballos en el establo le recordó a Exan que no estaba solo. En las caballerizas aguardaban los tres azabaches que los llevarían a Ery, Alan y a él a Berisia.

   Después de la primera prueba de tiro, Alan le había enseñado a Ery a cabalgar. Pero, aunque la mansa Terpeniye se había dejado montar con la paciencia que necesitaba la instrucción de una primeriza, fue evidente que aquello le había resultado a la chica más difícil que dispararles a las dianas.

   Exan vio que se abría la puerta del taller que daba al patio: todo estaba listo para una nueva prueba de tiro nocturna. En una noche sin estrellas y con nubes que escondían la luna, y sin ningún tipo de iluminación que alejara las tinieblas del valle convertido en polígono de tiro, las cosas se pondrían bien interesantes: ya no se limitaría a los árboles que rodeaban el castillo, sino que aprovecharía el denso bosque que se extendía hacia las montañas.

Venganza y Despertar ||| Libro 1 de Sombras de CondenaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora