Capítulo 48

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   Terminó de volver a la realidad cuando Varinia apareció ante los siete aprendices del equipo

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   Terminó de volver a la realidad cuando Varinia apareció ante los siete aprendices del equipo. La acompañaban cuatro Guardianes, y dos más aguardaban órdenes al otro lado de la valla, junto al segundo grupo de estudiantes.

   ―Lleven a los muchachos al patio de armas ―les ordenó la instructora a los Guardianes―, y esperen con ellos el regreso del teniente supervisor. Antes de cruzar la muralla, requisen las armas y déjenlas en la panoplia cubiertas con el toldo de cuero. Ustedes ―señaló a dos de los Guardianes―, acompáñenme a la plataforma.

   Dos o tres chicos protestaron:

   ―¿Cancelarán la caza de dianas por un accidente?

   ―Vaya desperdicio.

   ―¡SILENCIO, INDOLENTES! ―Varinia los traspasó con una mirada más poderosa que un lanzallamas―. Por algo existen los protocolos.

   Sin chistar, los siete aprendices formaron en ordenada columna hacia la fortaleza.

   ―¡Un Guardián abatido! ―gritó alguien desde el sauce.

   Los chicos se detuvieron. Las voces de indignación entre quienes socorrían al caído eran cada vez más fuertes.

   ―No se detengan, muchachos ―los instó uno de los Guardianes que los escoltaban, y cruzaron la valla.

   Siguiendo las instrucciones de Varinia, los catorce aprendices dejaron los rifles en la panoplia. Kalev y Gásper fueron los últimos en trasponer la muralla de la fortaleza. Un Guardián les ordenó a los aprendices que esperaran en los bancos de piedra adosados al muro del patio.

   Kalev obedeció al instante, pero enseguida notó que las manos le temblaban, ahora de excitación. Pensó en la niebla roja.

   ―Cálmate, Kal ―le susurró Gásper a su lado―. ¿Quieres llamar la atención de los jefes? Cumplimos nuestra parte, ahora olvídalo.

   ―Jamás podría olvidarlo, Gasp.

   Y no le preocupó descubrir que, si tuviera que hacerlo otra vez, lo haría sin que le temblara el pulso.

   Se preguntó si Gásper también había visto la niebla roja.

   Los médicos que trabajaban en la plataforma de observación acomodaron el cadáver sobre una camilla y lo cubrieron con una tela: no tenían nada más que hacer allí.

   ―Si tenemos suerte ―le dijo Ztainn a Varinia―, la investigación de esta muerte no avanzará mucho.

   ―¿Suerte? ―dijo Varinia alzando las cejas, y concentró toda su atención en lo que Ztainn tendría para decirle―. ¿Por qué dice eso?

   ―La cámara directiva del Centro no se molestará en llevar a cabo una investigación a consciencia para determinar las circunstancias de un... accidente.

Venganza y Despertar ||| Libro 1 de Sombras de CondenaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora