Capítulo 11

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   "Rynfer", pensó Alan Valken

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   "Rynfer", pensó Alan Valken. ¿Qué misterio escondía aquel apellido, solitario en la losa de mármol sobre la que vio morir a Luna, la noche anterior? Rynfer. El clan Rynfer. Un apellido sin nombre, pero que proyectaba en la mente de Alan ―al margen de su vínculo con Voryanda― un cúmulo de interrogantes acerca de aquellos nóckuts. Y hacía bastante tiempo que él no visitaba el archivo de la gobernación de Valday.

   Bajando por la colosal escalera central del Senado, saludó a un par de compañeros de la asesoría. Ya en planta baja, saludó a Koriadis, la antiquísima secretaria principal que no abandonaba su puesto en la recepción.

   ―¿El archivo, señor Morgan? ―repitió Koriadis con su voz grave de fumadora eterna―. Por supuesto. Telio está para ayudarlo.

   ―Usted siempre sabe complacer a los demás, señorita Koriadis. ―Alan le hizo un guiño, y avanzó por el pasillo lateral que llevaba a la biblioteca y el archivo.

   Una escalera, tres pasillos y dos escaleras de caracol después, llegó ante la puerta de caoba del archivo. Telio, el delgado archivista y ayudante bibliotecario, lo recibió con la sonrisa de siempre y el silencio cómplice que tanto agradaba al asesor: el archivista era el único empleado de la gobernación que sabía de su interés por aquellos documentos. Valken recibió la llave del salón donde almacenaban la colección de manuscritos plasmados en una lengua que nadie en la región se había preocupado en traducir. Incluso los eruditos de Valday consideraban a aquel tesoro como "puros garabatos".

   ―Esa lengua ya no la usa nadie, señor Morgan ―dijo Telio, que no sospechaba la verdad: solo Alan Valken conservaba aquel saber antiguo, era el único que conocía la lengua que en la niñez había aprendido de su madre.

   Telio acomodó en una mesa la colección de cuadernos que Alan seleccionó de un estante muy apartado.

   ―Ni siquiera sabemos de qué asuntos tratan, de tan remotos.

   Ante aquellas inocentes palabras, Alan sonrió para sus adentros. Despidió a Telio y se sumergió en los papeles.

   En la soledad de la reducida habitación, y con la luz que dejaba entrar una de las ventanas, buscó entre las hojas del cuaderno que mencionaba a los nóckuts. Los Vampiros Devoradores de Vampiros, como vulgarmente se los llamaba, contaban con un amplio repertorio de mitos atribuidos a sus costumbres y orígenes.

   Alan Valken buscó el apellido de Voryanda: por más extraño que le pareciera, Rynfer se mencionaba una sola vez. Él conocía a otros miembros de ese clan. Desde los orígenes de la región, la singular familia de ojos esmeralda había dejado unas fuertes raíces de sangre en las tierras de Valday.

   Alan pensó en el inexplicable ataque del daruk contra Luna, y en el mármol en el que se hallaba tallado el apellido del clan nóckut más poderoso de la región.

   Alan pensó en el inexplicable ataque del daruk contra Luna, y en el mármol en el que se hallaba tallado el apellido del clan nóckut más poderoso de la región

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Venganza y Despertar ||| Libro 1 de Sombras de CondenaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora