Capítulo 59

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   Por la tarde hicieron un alto

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   Por la tarde hicieron un alto. Exan y Devnus prepararon sus binoculares y se apartaron del camino para echarles un vistazo a las tierras heladas de Berisia, hacia el este del cordón de árboles.

   Ery rebuscó dentro del paquete el pan energético más grande, y mientras lo comía prestó mucha atención a los detalles técnicos que intercambiaban Alan y Kerni.

   ―¿Alguna vez has disparado con una de estas? ―Kerni le alcanzó a Valken una pistola. El cañón era del tamaño de su antebrazo―. Puedes disparar una flecha incendiaria a casi setecientos metros.

   Ery sacó el espejo de mano de la cartera que llevaba en bandolera, y se examinó los ojos. Desde que Alan le había mencionado el supuesto cambio de color, no dejó de considerar los cambios físicos que había notado en su cuerpo: desde la resistencia a los polvos de luz ―que antes le irritaban los ojos si olvidaba usar antiparras―, hasta la capacidad de disparar en plena noche contra la rama de un laurel entre otros árboles y a un centenar de metros.

   El espejo le mostró lo que ella temía ―¿lo temía, realmente?―: sus ojos habían adquirido unas vetas de esmeralda, un verde que destacó cuando un rayo de luz se reflejó en el espejo.

   Sacó el cuaderno en el que registraba los sueños y visiones, y tomó nota de aquella nueva mutación.

   ―¿Qué sabes de ese aliado que estamos esperando, Alan? ―dijo Kerni en voz baja.

   ―Antes de encontrarse con nosotros, nuestro aliado debía entrevistarse con Dómac en una delegación al sur de Ribinska. No está muy lejos de aquí.

   ―Tádef Dómac. No me imagino al abogado de Exan Deil empuñando un arma junto a nosotros.

   ―No lo hará ―dijo Alan―. Nuestro abogado Defensor solo se ocupa de encubrir con tretas burocráticas cada paso que damos. Por ejemplo, nos consiguió el apoyo del gobernador Tanasov. Eso nos dará vía libre para nuestra expedición clandestina a aquella biblioteca bajo tierra.

   "Hacia allí nos dirigimos ―pensó Ery, con el diario en la mano y sin dejar de masticar su pan energético―. ¿Qué secretos del enemigo podré descubrir en esa biblioteca?".

  Se sacudió las migas de las palmas, terminó de escribir en su diario, y lo guardó en la mochila. Verificó que no olvidaba nada, ajustó las hebillas y las correas, se palpó la cartera en bandolera y se aseguró de que allí conservaba el papel en blanco de Alestia Vorsch.

   ¿Qué estaría haciendo en ese preciso instante su antigua maestra?

   "Antigua y enigmática maestra", se dijo.

   Bien recordaba la información que Arixia le había revelado en el castillo de Exan: el cottage que su maestra le había prestado escondía en sus cimientos un viejo arsenal clandestino. De no ser por el diluvio de fuego, quizá nunca habrían sabido de él.

Venganza y Despertar ||| Libro 1 de Sombras de CondenaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora