Physical.

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Un Jarlie porque las amo mucho!!! Mis niñas ;-;

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"No quiero vivir en otra vida porque esta que tenemos es bastante bonita, vivámosla." -Dua Lipa.

...

En un pequeño pueblo de Nebraska, casi en medio de la nada, había una cafetería ambientada en los años 80's que era la sensación.

Luces de neón iluminaban las instalaciones, una vieja rockola se encontraba en el interior tocando música que seguramente habían bailado sus padres y el olor a la comida se mezclaba con las conversaciones. Era una cafetería realmente concurrida, no había persona en aquel pequeño lugar que no fuera a comer ahí al menos una vez al día.

Por las noches era cuando más lleno se encontraba, tanto que tenían el servicio de auto-car en el estacionamiento donde un par de meseras iban y venían entre los autos tomando y entregando órdenes. Lo que hacía aún más interesante su trabajo era la forma en la que se movían sobre un par de patines de cuatro ruedas, tan sólo se convertían en borrones por el estacionamiento con ese bonito uniforme de colores neones y calcetas hasta las rodillas.

Charlie Bradbury era una cliente habitual, siempre llegaba a la hora punta y se hacía para encontrar un lugar para su desvencijado auto de amarillo chillón. Todos los días sin falta, a las 9 de la noche, se estacionaba en el aparcamiento de Harvelle's Roadhouse. Diferente lugar pero siempre a la misma hora, y se dedicaba a mirar soñadoramente al las meseras que iban y venían hasta que la encontraba a ella, suspirando débilmente antes de que ella le mirara y le sonriera radiante, yendo a tomarle la orden.

Joanna Harvelle era la chica de en sueño para Charlie, tenía unas piernas de infarto que se veían kilométricas cuanto estaba sobre los patines; su cabello dorado a veces se encontraba sujeto en una coleta alta u otras veces en dos coletas, siempre con el estilo de la cafetería; usaba ligas de colores y sombras en los ojos que centraban toda la atención de aquel que la mirara a los bonitos ojos castaños de cervatillo que poseía. Charlie continuamente balbuceaba en su presencia cuando tenía a la chica mirándola fijamente.

Y siempre olía a café, ¿por qué lo hacía? La veía trayendo hamburguesas y papas fritas, ¿por qué olía a café? Volvía loca a Charlie.

Todos los días sin falta, a las nueve de la noche, desde que se mudó al pueblo, Charlie iba a Harvelle's Roadhouse y miraba a Joanna antes de que ella le tomara su pedido.

Charlie nunca le miraba las piernas ni el trasero remarcado por aquel pequeño short, no. Charlie miraba su forma de deslizarse sobre las ocho ruedas en sus pies con tal fluidez que le maravillaba, veía su cabello revolotear como un halo a su espalda cuando iba de un lado a otro y la brillante sonrisa con la que atendía a todo el mundo.

Aquella noche en especial, la tercera de octubre, Charlie estaba decidida a sugerirle a Joanna que podría esperarla al final del turno para llevarla a casa, esperaba poder hablar con ella a algo más que entrecortadas charlas mientras pedía su orden y ella se la entregaba. Quería lograr conseguir un número o algo. Estaba decidida a eso, pero el clima no estaba jugando para nada a su favor cuando se dio cuenta que se estaba congelando el trasero metida en el auto con una calefacción que no encendía.

Fue entonces que ella apareció, surcando el estacionamiento como un cisne las aguas, patinando veloz mientras su cabello se encontraba suelto en esta ocasión y un par de calentadores de colores se encontraban en sus pantorrillas. Usaba una pequeña chaqueta pero Charlie sentía que no era suficiente, ¿acaso no se congelaba?

—Hola, Charlie—saludó Joanna una vez que llegó a su auto con una brillante sonrisa— ¿Lo mismo de siempre?

—Si sigo comiendo lo mismo terminaré por reventar—bromeó Charlie, sintiéndose orgullosa cuando Joanna se soltó riendo—Una malteada estará bien en esta ocasión, la tomaría dentro pero ¿cómo perderme las vistas?

Te Seguiré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora