365.

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Antesala y lo que sucedió después de Animals.

Canción: 365 de Zedd y Katy Perry.

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Dean Winchester era un hombre reservado, demasiado taciturno que se mudaba de ciudad en ciudad cuando perdía el interés a su alrededor, cuando ya no había nada que pudiera interesarle en realidad. Aquella mañana se encontraba volviendo de la compra, demasiado perdido en su propio mundo como para prestar atención, demasiado concentrado en pasar inadvertido con aquella gorra negra calada hasta los ojos mientras cargaba sus bolsas de compara con lo más básico; leche, vegetales, cervezas, cinta adhesiva, bridas para cables, soga de fibra natural. Lo que todo hombre necesita en su compra semanal.

Miraba sobre los lentes negros al objeto de su interés; aquella mujer de cabellos rojos como el fuego y piel lechosa, mirándola a la distancia, demasiado perdido en sus rizos que no notó al apurado hombre que venía directo a encontrarse con él, chocando y haciendo que debido al impacto soltarlas bolsas y viera su cinta adhesiva rodar por el asfalto hasta perderse bajo una camioneta.

—Lo siento mucho—se disculpó aquel hombre inclinándose para recoger las cosas que había tirado—Lo siento, llevaba prisa y no me fije.

Dean se inclinó gruñendo con molestia, aquel hombre había arruinado por completo su ruta diaria desde hace un par de semanas por lo que tendría que esperar hasta mañana para hacer algún movimiento. Dean recogió sus cosas y miró detrás de los lentes al hombre que había tirado su compra, encontrándose de lleno con unos ojos tan azules como el océano y la expresión más inocente y mortificada que nadie le había mostrado jamás.

Despierto a tu lado
en mitad de la semana.
Nunca necesité a nadie
que me mandara a dormir.

Tenía el cabello negro azabache desordenado, cayendo en mechones sobre su frente; su tez era casi blanca y pulcra como la porcelana, quizá con una pincelada de color melocotón que lo hacía más vivo; sus labios eran rozados y gruesos, haciendo que Dean sintiera su corazón desbocarse ante la mirada de aquel pobre hombre que le había desgraciado la jugada.

Dentro de él la pelirroja había dejado de tener importancia, ya no era nadie en su vida porque ahora todo giraba en torno a aquel pelinegro que se disculpaba una y otra vez con él; todo giraba en torno a sus ojos y en el hecho de que Dean quería que lo mirara siempre, que viniera a él sin importar lo que fuera a suceder después.

—Una disculpa, de verdad—volvió a hablar el hombre antes de levantarse—Voy algo tarde, así que lo siento de nueva cuenta.

Dean vio como la gabardina beige de aquel hombre ondeaba a su espalda cuando se alejó por el estacionamiento, yendo a alguna parte de aquel lugar. Dean vio pasar a su lado el auto de la que hasta entonces había tenido su fascinación pero ya no importaba porque Dean miraba la estela de aquel ángel, diciéndose que necesitaba seguirlo. Que él era el que tanto estaba buscando.

...

Miraba fijamente hacia aquel parque, se encontraba dentro de su auto mientras veía a la gente ir y venir metidos en sus propios asuntos, siguiendo el curso de sus vidas ajenas a las de Dean mientras él se concentraba en buscar a alguien en específico. Miró el reloj en su muñeca diciendo que sólo faltaban cinco...cuatro...tres...dos...uno...

Un pelinegro de camisa gris y pantaloncillos deportivos comenzó a divisarse en la curva cercana a donde un reluciente impala estaba estacionado. Dean se mordió el labio inferior y alcanzó la cámara que tenía en el asiento del copiloto llevándosela al rostro, ajustando el lente hasta enfocar a aquel hombre de relucientes ojos azules.

Te Seguiré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora