Te Seguiré.

Young and Beautiful

Final de Summertime Sandess.

Canción: Young and Beautiful de Lana del Rey.

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Los cielos se extendían de un azul imposible mientras en el horizonte tocaban aquella línea que parecía el fin del mundo, siendo uno con el océano de aguas azuladas y tranquilas donde miles de veleros se balanceaban de un lado a otro. Aquel océano parecía demasiado lejano de su jardín pero Castiel no podía dejar de contemplarlo mientras se encontraba sentado en la terraza de aquella casa de campo en Nápoles, Italia.

El viento mecía el césped al ritmo de una danza que no escuchaba, los árboles se sacudían coreando aquel baile mientras que las flores parecían ir floreciendo a cada instante, dejando que sus pétalos fueran tomados por el viento y llevados a donde los secretos se susurraron mientras Castiel los miraba alejarse, deseando ser parte de ellos por un momento, deseando estar en la misma armonía que aquella naturaleza mientras danzaba a un ritmo que nadie más escuchaba como lo fue anteriormente.

Colocó su taza de café en la mesilla y apoyó el codo en ella, acunando su mentón en la palma de su mano mientras miraba a lo lejos aquel sendero que llevaba directamente a la playa, viendo una versión mucho más joven de sí mismo cruzarlo en medio de la noche mientras la alegría vibraba en toda su piel como si de electricidad se tratara. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras sonreía, divertido, al sentir ese cálido sentimiento que pertenecía a un verano demasiado lejano surgir en su pecho.

He visto el mundo,
he hecho de todo.
Ya tengo mi vida hecha,
tengo diamantes, brillantes y bel air.

Era viejo para ese tipo de sentimientos, Castiel lo sabía, sin embargo el sentirlos aún le hacían sentir joven; era como volver a tener la piel libre de arrugas y el cabello sin canas; era sentirse feliz y ligero, tan libre que podía correr por todo aquel jardín sin temor a lastimarse la espalda. Quizá exageraba, no tenía más que 45 años pero la última vez que había estado ahí, en ese pequeño lugar, contaba con 24.

El mundo había cambiado, ya no era aquel que recordaba en realidad y hacía que las cosas fueran mucho más fáciles porque hasta hace cinco años pudo tramitar su divorcio con Anna; no iba a mentir, Castiel amó a Anna de una manera realmente extraña porque no se parecía al amor auténtico sino que fue más...más superficial; se preocupaba por ella, la cuidaba, intentaba hacerla feliz pero por mucho tiempo se sintieron más como mejores amigos viviendo juntos que un verdadero matrimonio y la presión de tener que ser la familia perfecta los había mantenido juntos, intentando hacer más llevadera su vida apoyándose en todo, cumpliendo con lo que se les pedía...incluso si eso significaba un hijo.

Castiel miró hacia un costado y sonrió al ver a Jack leyendo un libro, demasiado metido en sus asuntos como para ser parte de la vida que recordaba su padre, una vida que tuvo el miedo de ser vivida como lo que era; era una vida adelantada para su epoca, o eso creen la mayoría pero Castiel siempre pensó que sólo era una vida diferente a las que había en la televisión de aquel entonces pero que consistía en lo mismo.

—Entonces, ¿aquí te comprometiste con mamá?—preguntó Jack sacando de su ensoñación a Castiel.

—Lo hicimos en una pequeña cena, sí—asintió el pelinegro, cuyo cabello comenzaba a pintarse de gris—Fue algo hermoso—Jack sonrió mirando de reojo a su padre.

—No tienes que mentirme, papá. Sé que nunca viste a mi madre con esos ojos.

Castiel se ruborizó pero no lo desmintió; nunca vio a Anna con los mismos ojos con los que vio a cierto amor de verano que lo marcó para siempre; nunca la amó como amó a un desconocido en ese pequeño tiempo que estuvieron en Italia, ¿quién en su sano juicio amaría de esa forma a alguien que desapareció tal y como llegó? ¿Quién se aferraría tanto a su amor de verano? Castiel no lo sabía pero era el único consuelo que tenía para ser auténticamente feliz.