Te Seguiré.

Plum.

Yeah, la canción se llama Ciruela :v

Canción: Plum de Troye Sivan.

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Mirándote dormir,
paso mis manos por tu cabello y me haces pensar
lo que significas para mí.

Castiel se removió en la cama mirando fijamente el techo de su habitación, aquel blanco y pulcro techo con sombras decorándolo debido a la luz de la luna que se colaba por la ventana, suspiró de nuevo intentando dormirse pero lo cierto es que no podía apagar el cerebro, éste iba y venía a una velocidad alarmante haciéndolo que comenzara a cuestionarse esa pequeña idea que llevaba rondándole desde hace meses haciendo que la vida que tenía comenzara a parecer menos encantadora.

Se llevó la mano al rostro y se lo talló frustrado, giró sobre su costado y miró la nuca de su pareja, Dean, que parecía dormir profundamente sin temor a ver interrumpido su sueño. Lo envidiaba, Castiel llevaba varios días pasándolos en vela mientras que él dormía profundamente sin preocuparse de nada...ya ni siquiera lo abrazaba en las noches. Castiel estaba seguro de que si lo intentaba y hablaba con él se preocuparía, lo consolaría y le diría que no pasaba nada.

Castiel sabía que esas palabras no significarían nada, hace meses que ya no significaban nada. Hace meses que no bastaba un beso en la frente diciéndole que todo estaba bien; las razones que antes habían hecho que eso fuera suficiente hace años habían desaparecido cuando fueron repetitivas, cuando el amor que sentía se quedó estancado y no avanzó. Cuando ambos optaron por la comodidad.

Hay un escalofrío en el aire y una sensación de hundimiento
viniendo sobre mí,
como la mandarina amarga
como las sirenas en la calle.

Castiel giró en la cama dándole la espalda a Dean y suspiró deseando poder dormirse y no darle más vueltas al asunto. Amaba a ese hombre más que nada, estaba seguro de eso pero era lo suficientemente honesto como para aceptar que hace meses no era lo mismo, que ya no se dedicaban a hacer las cosas porque querían sino que todo lo consideraban más como un deber; Dean debía besar a Cass en la mejilla durante la mañana en el desayuno; Castiel debía acomodar la corbata de Dean antes de que éste se fuera; debían ver una película al final del día sentados en el sofá más grande; debían de preguntar qué querían cenar; debían dormir cada uno en su lado y programar el despertador.

Y así hasta el día siguiente.

Volvió a girar en el colchón y Dean, allá en la inconsciencia, sintió su intranquilidad así que giró y lo abrazó recargando la cabeza en su pecho. Castiel suspiró y comenzó a peinarle el cabello en su intento de consolarse, de decirse que era feliz y que todo estaba bien pero no era así.

Castiel amaba la miel, era una cosa dulce que disfrutaba de tener en la boca como una masa pegajosa que hasta podía pegarle los dientes; le gustaba comerla en pequeños cuadritos que podía masticar como si fueran turrones; le gustaba las paletas que tenía en la lacena que podía saborear por un rato antes de que se terminaran; amaba los caramelos que dejaba en el auto de Dean para viajes largos y que usualmente se los daba a éste cuando le dolía la garganta. Pero hasta él aceptaba que la miel resultaba empalagosa e irritante después de un rato cuando ya no se le ocurría como comerla de manera distinta.

Besó la coronilla de Dean ganándose un abrazo más fuerte y se dedicó a mirar por la ventana preguntándose si eso no era una señal para dejar la miel por un tiempo.

...

Tal vez nuestro momento ha llegado,
tal vez hemos crecido demasiado.
Incluso la ciruela más dulce ha durado demasiado.
Bebé, apenas si estamos aguantando.