Te Seguiré.

A Little Death.

Es mi intento de smut hardcore so...aqui ta.

Canción: A Little Death de The Neighbourhood.

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Las luces del motel se encendieron y apagaron intermitentemente haciendo que se confundiera sobre si había vacantes o no, iba y venía como luces navideñas de tono rojizo mientras las letras centellaban como estrellas fugaces haciendo que cualquiera dudara en acercarse o no.

El recibidor era algo de otro mundo, o quizá de un bajo mundo; las paredes tenían ese tapiz marrón que parecía irse cayendo de a poco mientras aquel pequeño lugar se mantenía insoportablemente caliente, había un mostrador al fondo con un hombrecillo realmente delgado, usaba una camiseta blanca sin mangas mientras de sus pantalones color caqui se sujetaban dos tirantes realmente gruesos color azul; tenía las mejillas hundidas, parecía esquelético con enormes ojos saltones y una nariz puntiaguda en la cual descansaban unas gafas de armazón delgado. Su cabello comenzaba a escasear sobre su cabeza mientras sus dedos huesudos extendían la llave de una habitación y con la otra mano guardaba el dinero.

La vacante estaba iluminada,
los huéspedes estaban registrándose.
El conserje era frío,
las tuberías de agua tenían moho por todas partes.

El motel no era el mejor de todos, conforme caminabas hacia tu habitación eras consciente de algunas tuberías saliendo de las paredes con extrañas manchas sobre ellas, el olor a humedad era penetrante hasta que te encerrabas en tu habitación correspondiente. La cama era grande de sabanas rojizas con almohadones blanco, las paredes eran de ese color arena que te recuerda al desierto mientras un simple foco se balanceaba sobre el techo ante las pisadas de lo que bien podría ser el vecino de arriba.

Las sábanas fueron arrancadas con violencia, con urgencia, desesperación y fervor convirtiéndose en un montón de telas entrelazadas en el suelo. Le siguió la ropa, prenda tras prenda dejándose caer en el suelo como migajas de pan que iban señalando el camino; el colchón se hundió ante el peso de quien era su huésped en aquella ocasión, otra historia fugaz que almacenar, sin nombre, sin identidad. Tan solo una muerte más a su lista.

La habitación era ideal para dos,
la cama quedó en ruinas.
El vecino estaba tocando, sí,
pero nadie le dejaría entrar.

Dean se acomodó sobre las almohadas mientras miraba a Castiel sobre él sintiendo que sus ojos eran como estrellas, su aliento escapaba entre jadeos mientras sentía las manos del pelinegro recorrerlo de punta a punta, pasando sus dedos por las líneas de su cuerpo como quien sigue un mapa antes de adentrarse a la aventura. Los dedos del pelinegro fueron de su cuello siguiendo la arteria hasta sus hombros, pasando a sus clavículas y delineándolas antes de deslizarse por el pecho hasta las abdominales, tirando débilmente del vello que marcaba aquel camino prohibido para él, atravesando las barreras que le habían mantenido lejano durante tanto tiempo.

Los ojos de Dean parecían centellar mientras sentía cada caricia del pelinegro hasta sus huesos, como si enterrara los dedos por su piel y acariciara a la maltrecha alma que habitaba aquel recipiente. Castiel se lamió el labio superior apenas con la punta de la lengua haciendo que Dean entreabriera los labios de manera automática.

Cass se inclinó sobre él y tomó su boca, bebiéndola como si fuera un sediento en el desierto, devorándola como si estuviera muerto de hambre. La saboreó como quien saborea su postre favorito, lamiendo el labio inferior, tomándolo con los dientes, succionándolo mientras Dean ladeaba ligeramente la cabeza y le daba más cavidad. Sus lenguas se encontraron a medio camino intentando dominar a la otra, acariciándose, bailando aquella danza prohibida mientras sus manos se acariciaban codiciosamente deseando abarcarlo todo.