Te Seguiré.

Dark Paradise.

Destiel semiau

Canción: Dark Paradise de Lana del Rey.

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—Dean, te necesito concentrado—murmuró Sam mientras Dean conducía el impala en la noche y Jack dormía en la parte de atrás—Lo que sucedió con Cass...

—No—gruñó el humano apretando el volante—No lo menciones.

—Dean, él no va a regresar. Tú lo dijiste así que tienes que superarlo.

Todos mis amigos me dicen que debería seguir adelante,
y estoy tendida en el océano
cantando tu canción,
ah, ah, ah, ah,
así es como lo cantas.

Dean sabía que su hermano tenía razón, que Sam estaba escupiendo razón en cada palabra pero se negaba a dejarlo ir pues lo único que tenía era su recuerdo, lo único que permanecería con él era el recuerdo de lo que fueron, de lo que se sintió tenerlo cada noche a su lado sin importar lo que otros dijeran, sin importar las veces que la cagaron con decisiones realmente estúpidas, nada de eso importaba porque siguieron juntos. Claro que ahora era complicado.

¿Cómo podían seguir juntos cuando el otro se encontraba tan lejos? Los separaba algo más que la distancia, eran dos mundos diferentes que mantenían una distancia abismal entre dos seres que habían permanecido fielmente al lado del otro sin importar las circunstancias y era doloroso porque se necesitaban, al menos Dean así lo sentía.

Logró llegar al búnker sin estrellar el auto ocasionando un accidente. Dejó que su hermano desapareciera con el Nefilim sabiendo que no era agradable tratar con él en ese momento, y la verdad era que no le importaba, no cuando la única imagen que aparecía si cerraba sus ojos era a Cass siendo atravesado con su propia espada ángel.

Cass, incluso pensar en su nombre dolía porque no iba a responder, porque nada de lo que hiciera iba a hacer suficiente si él no iba a volver. Porque no importaba si iba y hacía un trato, no importaba si le pedía a Bill un favor, sabía que todos sus intentos serían nulos y eso era lo que más le lastimaba. Le lastimaba saber que nadie escucharía sus plegarias, que nadie se recostaría a su lado y velaría su sueño.

Amarte por siempre no puede estar mal,
aunque no estés aquí
no seguiré adelante.
Ah, ah, ah, ah,
Así es como la tocábamos.

Cass, pensar en él era como si te encajaran un cuchillo oxidado y luego comenzaran a revolver tus tripas con él intentando encontrar algo que no había. Intentaba no pensar en él pero, al mismo tiempo, temía olvidarlo en algún momento. Vivía aterrado de sus recuerdos; de verlo entre la gente cuando no era así, de mirar algo y recordar la admiración que le causaba. Pero ese terror no era nada comparado con el pánico de olvidarlo; de olvidar el tono exacto de sus ojos y del sonido de su voz, temía olvidar cómo se sentía dormir en sus brazos, como era escuchar su respiración.

Dean cerró con seguro su cuarto y miró alrededor sintiendo el corazón en un puño. Odiaba su habitación, odiaba dormir ahí sabiendo que él no iba a aparecer en medio de la noche para recostarse a su lado. Había lanzado cada mueble por las paredes deseando liberar algo de su frustración, había destrozado el espejo y una silla pero igual él no volvió. Él no apareció para regañarlo por romper innecesariamente las cosas.

Él no volvía.

Y no hay remedio para los recuerdos,
tu rostro es como una melodía,
no va a salir de mi cabeza.

Dean se dejó caer en su cama y miró fijamente el techo intentando no llorar al encontrar esa mancha que él dijo que era una hamburguesa. Tomó la almohada que él solía usar y se la llevó al rostro ahogando un lamento, el lamento que gritaba su nombre esperando que lo escuchara donde sea que estuviera. La almohada aún olía a él, aún podía recordar como durmieron abrazados antes de pelear por el Nefilim, recordaba como él había contado cada una de sus pecas mientras lo miraba embalsemado. Pero eso no era suficiente, no bastaba con tenerlo en sus recuerdos; quería tenerlo con él, lo necesitaba, siempre fue así.