Te Seguiré.

You'll Be in My Heart.

No sé que escribí, Destiel semiau medio mpreg y esas cosas.

Canción: You'll Be In My Heart de Phill Collins perteneciente al soundtrack de Tarzán.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

Castiel miraba fijamente el techo de su habitación sin pensar en nada, ciertamente lo único que quería era dormir aunque fuera imposible, deseaba cerrar sus ojos y alejarse de la realidad por lo menos un par de horas. Se sentía tan cansado a pesar de que se trataba de un ángel, un ser casi indestructible. Estaba agotado, somnoliento, triste y casi todas las emociones humanas estaban en su sistema pero desgraciadamente él no podía apagar el cerebro unas horas para descansar.

Escuchaba el rechinar de la madera de aquel viejo motel, incluso unos arañazos que probablemente pertenecían a ratas. No era el lugar más pintoresco de todos, Cass incluso estaba aterrado de quedarse allí, pero no hubo otro lugar más seguro. La pestilencia de aquel motel ocultaba a la perfección su esencia y la de su acompañante haciendo que fuera difícil para otros sentirlos y encontrarlos. Cass suspiró intentando acomodarse en su cama cuando un agudo grito de protesta rompió el sepulcral silencio de la noche.

Cómo me apena el verte llorar,
toma mi mano, siéntela.
Yo te protejo de cualquier cosa.
No llores más, aquí estoy.

Castiel se levantó como rayo de la cama y caminó hacia la pequeña cuna de madera que había conseguido hace poco, podía ver un par de puños realmente diminutos agitándose con fuerza mientras quien los movía llamaba a gritos a Castiel. El ángel suspiró acercándose para tomarlo en brazos con cuidado preguntándose si lo cargaba en la forma correcta pues era nuevo con eso de manejar bebés.

Todas las cobijas que envolvían a ese pequeño ser resultaron un estorbo cuando el ángel intentó acomodarlo en su pecho pero no quería descubrirlo pues podría enfermarse. Sintió como la personita comenzaba a removerse inquieta intentando encontrar algo que no estaba, que no estaría nunca, mientras Castiel regresaba a la cama e intentaba calmarla.

Frágil te vez, dulce y sensual.
Quiero abrazarte y te protegeré.
Esta fusión es irrompible,
no llores más, aquí estoy.

Desde hace un par de meses que Cass odiaba escuchar llorar al bebé, no soportaba el hecho de escucharlo pegar de gritos llamando a alguien que no iba a acudir por más que el adulto deseara lo contrario. Sabía lo que su pequeño quería porque él también lo deseaba, sin embargo poco podía hacer al respecto.

—Está bien, fue un mal sueño—susurró con un ligero dolor en su pecho mientras comenzaba a peinarle el cabello—Estoy aquí, no pasará nada malo.

Castiel se sentó con la espalda apoyada en el cabecero y, cruzando las piernas, acomodó al enorme capullo que cargaba dejando ante sí a un bebé de grandes ojos verdes y unos risos negros cual carbón, la piel del bebé era tan blanca como la leche y sus mejillas estaban decoradas con pequeños puntitos marrones. Cass le sonrió cuando aquel ser lo miró asustado con los ojos llenos de lágrimas preguntándose donde estaba quien lo sacaba de la pesadilla.

—Está todo bien—susurró Castiel mientras comenzaba a desenvolverla—Todo está bien, cielo. Aquí estoy, no tienes nada que temer.

En mí corazón
tú vivirás.
Desde hoy será
y para siempre, amor.

La pequeña, porque se trataba de una niña, hizo un adorable mohín mientras veía todo a su alrededor estirando sus extremidades. Castiel sonrió con tristeza cuando la niña comenzó a soltar patadas al aire y a mover sus pequeñas manitas como si intentara llamar a alguien. Tenía la nariz y los ojos enrojecidos debido a su llanto anterior pero se veía tan hermosa, como un ser fuera de aquel mundo y tal vez lo era, Cass no sabía si existía alguien así.