CAPÍTULO L-III

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Desde el primer momento que las asquerosas manos de Choi YoungJae lo tocaron, Jungkook juró que nunca más volvería a sentir ese repugnante tacto en su piel.

Las amenazas, los golpes, los chantajes, la forma en que fue tocado sin su consentimiento millones de veces, la vida que se obligó a tener por culpa de esa familia. Todo eso Jeon Jungkook aborrecía desde lo más profundo de su ser al sumirse a esas vivencia que jamás deseó.

Si retrocediera el tiempo, haría lo posible para salvar a su familia. Si retrocediera el tiempo, no se hubiese dejado salvar por Choi MinJae y estaría mejor muerto. Si retrocediera el tiempo, no dudaría en escaparse de los Gwang. Si hubiese hecho todo eso hubiese logrado no vivir lo que tuvo que vivir. Si retrocediera el tiempo, hubiese logrado saltar del puente y acabar de una vez con su vida.

La vida en injusta, y lo es a toda dicha.

Pero...

Si Minjae no lo hubiese salvado, no estaría vivo, si no estuviera vivo no hubiese conocido a YoungJae, si no lo conociera no hubiese escapado de sus garras y llegara a ese puente.

Oh

Ese puente donde decidió quitarse la vida, pero un hermoso ángel que lleva por nombre Kim Taehyung lo salvó.

¿Y que pasaría si no lo hubiese salvado?

Pero joder, ¿Quién diría que sus destinos entarían entrelazados como el mismo ADN? Y sobre todo ¿Quién diría que no era aún CEO millonario sino un Príncipe, y no cualquiera, sino el de su país?

Todo es una coincidencia.

Se arrastra en el piso a medida que el alfa avanza. Los pisadas de sus zapatos resuenan en todo el ambiente mientras acortaba la distancia guardando su daga.

La mirada ajena le recorría como si fuese la cosa más despreciable del mundo.

Pero no. Aunque la mirada del alfa demuestre desprecio, soberbia; en el fondo gritaba desesperación, posesión en toda ímpitu. Quería a Jungkook, quería tomarlo en ese momento, tocarlo, hacerlo gritar hasta que su garganta se desgarre.

Marcarlo

—Aléjate— ordena el omega en un murmuro. Deja de retroceder cuando su espalda choca con una pared, la misma que Yeontan estaba semi recostado, aún lloriqueando—. Tú... Tú, escoria...

Jungkook calla enseguida. La mano de Youngjae acaparó en su cuello, apretujando hasta le punto de elevarlo apenas, sin despegarlo del suelo. Quería que lo mirara. Él gozaba ver el sufrimiento en los ojos del omega. Quería escucharlo gritar, llorar, suplicar.

Quería como loco. Quería que ruegue que pare.

—Te atreves hablarme de esa forma ¿Eh?— el alfa le masculla acercando su rostro. Acaricia con su nariz la mejilla del omega, causando que se removiera bajo su tacto—. ¿Qué te has creído, conejito? ¿Creíste que no regresaría? Yo cumplo con mi palabra, ¿Acaso olvidaste lo que dije en la clínica?

Su estómago se revolvió por sí solo cuando la mano libre del alfa bajaba lentamente por su cuerpo sobre la bata. Primero delinea una de sus costillas, luego la curva de su cintura, y por último sus muslos. Pero cuando las mano comenzó a colarse debajo de la tela, Jungkook comenzó a removerse, por lo que YoungJae aumentó la fuerza del agarre de su cuello.

—¿Qué te dije aquella vez? Si te quedas quieto no te dolerá— masculla cerca de su oído, el aliento choca contra él lascivamente.

Lo repudia, lo odia

—T-Tú... ¡No me toques!

Y Jungkook no dudó en lanzarle una patada en el estómago, quitándole la respiración. Rápidamente se pone de pie y corre con dirección a la cocina, hacia la alarma de seguridad en la pared que una vez Jimin le mostró cuando recorrió por pura curiosidad el departamento. Pero no lo logró, porque antes de entrar al lugar, fue rodeado por los brazos de YoungJae y lo alzó.

DEBITUS UT OMEGA | KTH&JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora