CAPÍTULO IX

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Estacionaron el auto a una cuadra de la casa de los betas. Bajaron con dirección a la vivienda, teniendo en cuenta lo solitaria y extraña que es la zona.

Taehyung miraba de reojo al omega, mientras esté veía al frente sin apartar los ojos, pensando en cómo harían para escapar si en el caso los Gwang los encontrara.

Mordisqueaba sus labios, ansioso. El pelinegro captó aquel gesto hecho costumbre, con lo poco que conocía, es suficiente para saber que este tipo de situaciones ponía en señal de alerta al menor.

Jungkook paró frente a la puerta de la casa celeste, a una distancia moderada en el caso los betas esten dentro. El alfa iba a decir algo, pero calló al instante cuando el menor caminó hacia la parte trasera de esta.

—No te quedes ahí, te verán—dijo el menor volteando al no sentir la presencia ajena.

El alfa asintió.

El omega llegó al lugar, se puso en cuclillas viendo algo en la parte inferior, Taehyung miró a la misma dirección, encontrando una ventanita.

—Entraremos por el sótano— pronunció el omega viendo al contrario—. Me alegra que estés vestido así, te ensuciarás.

Jungkook abrió la dicha, entrando primero, arrastrándose despacio, evitando hacer el menor ruido posible. El pelinegro hizo lo mismo, pero algo más torpe.

Finalmente estaban dentro.

Caminaron sigilosamente a la sala. El omega sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al recordar la escena de aquel día. Taehyung olfateó su miedo, parándose a su lado para tranquilizarlo con su olor.

—Al parecer no están— susurró.

—¿Cómo sabes?

—No... siento su presencia— miró las escaleras que dan al segundo piso— De seguro están en esos bares, son gente de mal vivir.

El alfa quedó en silencio; no tenía nada que decir, pero era más que evidente que la seriedad del omega lo dejó confundido.

Giró y Jungkook desapareció de su lado.

Sintió un ligero escalofrío recorrer su cuerpo al no tener la presencia ajena, pero, finalmente lo vió a la mitad de las escalera, yendo al segundo piso.

Aligeró su paso alcanzándolo, el omega volteó con el cejo fruncido al percatarse de la distracción del mayor.

Lo que se observaba en el pasadizo, no era muy agradable. Lo blanco de las paredes se tornaron amarillo, mostrándose en pleno descaramiento, en ellas colgaban cuadros llenos de polvo, y en los bordes del marco algunas manchas de suciedad. El suelo era de madera, empolvada y debían andar despacio porque estás rechinaban por la falta de mantenimiento.

No era una buena infraestructura.

Llegaron a la última habitación del lugar. La puerta estaba rajada y con huellas de zapato.

—¿Por qué está así? — pregunta serio, señalando las huellas.

—Lo patearon al tratar de abrir— explica el omega mirando estas— Me encerré, sabía que me llevarían. Pensé que esto me salvaría— tomó la perilla— Pero no fue así.

Abrió.

El alfa quedó boquiabierto al ver el gran desastre. Cajones fuera de lugar, ropa regada, libros destrozados, adornos rotos en el suelo, la cama hecha un desastre.

En sí, todo era un desastre.

—Tú... ¿Hiciste esto? —preguntó sin apartar los ojos de la escena.

DEBITUS UT OMEGA | KTH&JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora