CAPITULO LXX-III

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Ya quería irse.

Lleva media hora sentado en un frío sofá de terciopelo en medio del pasillo de la Corte, con las manos dentro de los bolsillos de su abrigo y más relajado que antes al ya no mantener una postura para ocultar su vientre.

Todos ya lo saben. Estuvo de más preocuparse por su cachorro. ¿Pero como no? No está marcado, y por lo tanto su embarazo no está concensuado dentro del lazo alfa y omega. Incluso casi iba a desmayarse cuando le pidieron bajarse el cuello de su cafarena.

Jungkook no podía con tanto, y aún más en su estado.

—¿Por qué tan solo aquí, Jungkookie?

El omega alza la cabeza hacia la dirección de la voz. La Reina Hara estaba frente suyo con una sonrisa amable en sus rojos labios, mostrándose risueña con su ondeado cabello rojizo y vestida de un abrigo rojo vino hasta las rodillas.

—Hola Reina, ¿Cómo está?— la saluda simplemente, sus ojos encajando en la elegante carriola blanca, tapada bastante bien sin suerte de ver la cachorro.

—Eso debería preguntarte. Había mucha tensión ¿No crees?

—Sí, en especial por ese maso.

—Pff, ni hablar.

Ambos sonríen y la mujer toma asiento justo a su lado, a la vez que atrae la carriola y destaba la capota. La ternura en los ojos de Jungkook eran de otro mundo tras ver al Príncipe Hamin. Era un bonito bebé idéntico a la Reina Hara, con unas adorables y regordetas mejillas que se movían tras chupar la sonaja de plata entre sus manitas. Y oh, algo golpeó a Jungkook cuando el bebé le sonrió.

No se parece en nada a Minjae, piensa

—¿Quieres cargarlo?— ella le pregunta, Jungkook no sabe qué responder tras nunca haber cargado a un bebé.

—Se me vaya a caer— responde inquieto.

—No pasará, además debes practicar porque harás lo mismo con tu cachorro.

Jungkook acepta inseguro, viendo cómo la mujer se inclina hacia la carriola y toma a Hamin entre sus manos, bajándole la ropita de seda que se subió poquito y luego dejarlo sentado sobre el regazo del menor.

No sabe qué hacer. Jungkook tiene experiencia con niños pero no con bebés, por lo que tener a Hamin recostado contra su pecho y gimotear ante la comodidad, le hace sentir piquetes en el estómago, o más bien, unas mariposas revolotear tras tener a un cachorro compartiendo un poco de contacto con el suyo.

Aunque es indirectamente...

—Es lindo— dice en un susurro, llevando instintivamente las manos al cuerpecito del cachorro y atraerlo hacia él, a la vez dándole unas suaves palmaditas a su espaldita—. Es muy lindo, Reina Hara. Es idéntifico a usted.

La mujer sonríe bonito, no pudiendo evitar llevar una mano al cabello del chico y acariciar con dulsura, sacándole una risita encantadora.

—Creo que yo le puse mayor esfuerzo. No le veo de otra— ella comenta. Se inclina hacia adelante y extrae de un bolsillo de la carriola un chupón, remplanzándola con la sonaja.

—¿Fue... consensuado?

Y quizás no debió preguntar. La bonita sonrisa de la Reina de Incheon se desvanece al instante para remplazarla con una triste.

Ay

—Tal vez.

—¿Tal vez?—pregunta confundido, y Hara asiente apenas con la mirada sobre su cachorro.

—Minjae estuvo en celo y yo entré a la vez al estar enlazada con él. No pude negarme, solo accedí al ser mi alfa. Hamin es consensuado por nuestros lobos, pero no por mi parte humana.

DEBITUS UT OMEGA | KTH&JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora