CAPÍTULO LXXX-IV

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Pánico

Pánico y solo pánico por todo.

La mente de Jungkook es un completo caos. Los miles de nervios en una oleada queriendo apropiarse de cada rincón de su cuerpo cuando el terror de lo que está apunto de suceder está a la vuelta de la esquina.

¿Qué debe hacer? ¿Qué puede hacer?

La fuente está rota, la humedad transcurrir por su piernas le propician un exaspero irracional.

Si, Jungkook tiene miedo. Un miedo inhumano al estar en medio del decayente pasillo en pleno labor, siendo la desesperación un plus para que su mente quede completamente en blanco.

No obstante, se apresura a caminar. Retoma el paso teniendo el cuidado necesario, cerciorándose que YoungJae no lo siga, porque está seguro que él está tras sus pasos; lo siente cerca, demasiado. Aquello desesperándolo más cuando la amenaza del alfa retorna a su mente en un retumbar.

El día del nacimiento, te mataré a ti a ese cachorro.

Y está seguro. Diosa Luna, lo está.

Pudín va a nacer ahora, en el palacio, en pleno ataque y catástrofe. Jungkook pensó dar a luz tranquilo, libre de preocupaciones, sin dolor y sosteniendo la mano de su alfa para recibir aliento y reconforte. Pero lamentablemente toda esa bonita escena que alguna vez planearon con tanta ilusión se ve diluida ante la realidad; una ferviente y exasperante realidad. Y así, aún sumido por el pánico y con su único objetivo de escapar, la primera contracción llegó.

Jungkook jadea bajito, apretando fuerte los ojos cuando el dolor lo golpea en una oleada, obligándose a encogerse y ver cómo aún de sus pantalones el líquido transcurre sin intención de parar.

Es un desastre. Y no solo porque el liquido amniótico formaba charcos y lo delataban; sino que el fuego, las cosas destrozadas en el piso, las arañas de cristal desmoronarse, y otro objetos, eran el principal obstáculo para que pueda llegar a su destino y ponerse a salvo.

Pero Diosa Luna, Jungkook no lo ve posible, para nada. Porque otra contracción más fuerte que la anterior lo invade atroz, ahora sin poder retener un grito. Por lo que lleva una mano a su vientre y siente como éste se contrae ante el movimiento del cachorro.

—No, espera, aún no...— susurra con la voz en un hilo, obligándose a sostenerse de una pared.

Estaba seguro que iba tener al bebé solo. No iba a estar con su alfa, ni con alguien que le otorgue ese consuelo y tranquilidad. El temor de lo que alguna vez visualizó al llegar al sexto mes estaba volviéndose realidad.

Taehyung

Diosa Luna.

Taehyung, necesita a Taehyung.

Debe ser él, deber ser únicamente él. Necesita al alfa con un furor inhumano. Pues sabe que no puede hacer esto solo, porque tanto él como el cachorro corren peligro.

Joder, no es momento, aún no. Ni siquiera cumple los siete meses. Esto está mal, completamente mal.

Jungkook no puede seguir avanzando, el dolor es tanto que las piernas amenazan con perder estabilidad y caer en medio del pasillo, optando por entrar a un aposento con solo la cama y unas veladoras con lamparines.

Quizás sea su parte animal, pero su lobo le exige resguardarse en un lugar seguro. En un lugar que nada más él pueda estar.

¿Pero dónde? Por Dios ¿Dónde?

No ve algún lado que sea apropiado para protegerse, y si así quiera la Diosa Luna poder dar a luz, porque no ve de otra que dar nacimiento a su cachorro en pleno desastre, con el fuego apunto de alcanzarlo, el techo venirse abajo, y el alfa que le hizo mierda la vida pisándole los talones para darle muerte.

DEBITUS UT OMEGA | KTH&JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora