CAPÍTULO XX-III

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23 años antes...

Cuando la más alta esté en su esplendor, la más hermosa de las diosas se pintará de sangre. El final de una travesía de compasión, dolor, y lágrimas yace a la armoniosa algarabía.
La más grande bondad llegará a llenar la paz de los corazones de los faustos, el llorar del ser es la más hermosa melodía de las almas, y la victoria tan esperada al fin se presentará en la forma más pura del corazón.

Rey SeokJin, ¿Qué hace fuera de sus aposentos?

La voz de la Alfa resuena en la entrada de la Casa Real. El omega no quita su atención de las rejas doradas a la lejanía, con guardias armados resguardando esta. La guerra está por finalizar y deben estar atentos a cualquier contraataque.

La mayor se acerca al costado del Rey Omega, soltando un suspiro impotente tras la necedad ajena.

—Estoy preocupado, Reina Madre. Nam-

—Él regresará ¿Tan poca es vuestra fe?

—No... Solo...

El lobo de SeokJin está angustiado. La preocupación de la espera por el regreso de su Alfa y Rey de la nación, lo consume en osadía.

—Regrese por favor, la hora del parto se acerca y debe tomar reposo.

—No puedo... necesito a Nam— la voz del omega sonó en un hilo— Por favor reina Madre, necesito a mi alfa.

—Es usted muy obstinado. Le pediré a mi Luna hacerle compañía.

Los ojos del omega estaban cristalinos, la abruma lo carcome.

Lleva una mano a su hinchado vientre, acariciando a su futuro bebé y príncipe de sur Corea. Su embarazo está a término, cualquier momento llegaría el fin de aquella trayectoria de noches sin poder dormir y pezadeces.

Pero... Joder ¿Ahora como debe sentirse?

Aquella angustia de su alfa luchando en la guerra, podría afectar al bebé. Su lobo se siente horrible.

Camina con dificultad el gran pasillo con dirección a sus aposentos, con dos sirvientas atrás de él atentas a cualquier anomalía.

Para su paso, unos segundos le es suficiente para observar tras los ventanales de cristal la hermosa luna en todo su esplendor. Tan brillantes, tan pura, tan creciente.

La más hermosa de las diosas.

—Qué hermosa...— musita para si mismo sin dejar de apreciar la dicha—¿Tambien piensan que está hermosa?— pregunta hacia las féminas.

—Majestad, la Diosa Luna es hermosa. Pero la belleza de usted, es inigualable.

—Tienes razón, Tzuyu. Mi belleza no se compara con nada— atina con una preciosa sonrisa en su rostro, sin deja de acariciar su vientre— Aunque quedaré con feas estrías.

Aquella sonrisa se transformó en un adorable puchero en sus pomposos labios, cayendo sus ojos sobre su gran barriga.

—Eso se puede arreglar, Majestad. Existen pomadas hechas por hierbas que son muy efectivas, luego de su parto requeriremos a los herbalistas.

Y asiente dibujando una sonrisa en sus labios.

Retoma su caminar observando los cuadros de las paredes, pinturas traídas de los lugares más caros del mundo y de los mejores pintores. Observa una en especial generando calma a su lobo, una pintura enorme de él junto a su alfa en matrimonio. Con sus carísimos trajes fabricados por el más fino hilo, y Oh, aquellas capas de la tela más sedosa hechos solo para los dignos de llevar el título Reyes de Sur Corea.

DEBITUS UT OMEGA | KTH&JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora