CAPÍTULO L-V

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¡Siéntate derecho!

La piel le ardió. El golpe del rebenque resonó en todo el comedor de la mansión Choi tras terminar en seco sobre su espalda.

Estar sentado un aproximado de dos horas en la misma posición, es demasiado contradictorio para él al no estar acostumbrado a dicha postura.

Debía mantenerse lo más erguido posible y con la mirada al frente sin dejarse distraer por ningún objeto de su alrededor.

Está cansado, quiere irse y dormir por largas horas hasta perder la noción del tiempo. Creyó que sentarse y mantenerse derecho sería cosa fácil, pero en realidad no lo es.

Jodidamente no lo es, y peor cuando la Reina Choi Hara se mantenía pendiente de su conducta al considerarse "Futura Luna". Otra razón por la que no quiere saber nada de la realeza y sobre todo de los Choi.

—Me duele la espalda. Por favor, no siga— suplica intentando retener las lágrimas tras el lascivo dolor por las más de cinco latigadas.

—Piensa para la próxima no encorvarte, Jungkook. Estás en la edad de aprender y no permitiré que esas actitudes mezquinas las tomes en mi palacio.

—Solo tengo quince, Reina Hara. Quiero ser un adolescente como cualquier otro.

Y Jungkook traga un grito cuando otro azote impacta en su lastimada espalda. Aunque su camiseta ayudara a apaciguar el impacto, igualmente al cuero del rebenque se sentía en toda dicha.

—¡Nunca respondas a los reyes! ¡Mantente en silencio!

El omega agacha la cabeza.

Ya no quería esto, sentía sus ojos pesarle hasta tal punto que en cualquier momento caería dormido, y no solo por el dolor, sino que apenas regresó de la escuela la limusina de los Choi lo esperaba afuera de la casa de los Gwang.

Recién habían terminado sus exámenes de fin de unidad. Estaba totalmente agotado luego de no dormir por una semana, y es que Choi Minjae está tan pendiente de sus calificaciones que no se le permite bajar ni un punto de la nota que considera "decente" para la futura Luna del próximo Rey de Incheon.

Las puertas del comedor se abrieron, dejando a la vista a tres mayordomos con unas bandejas de plata en sus manos y sobre ellos platos con comida, cubiertos de plata y copas. La Reina Hara hace un ademán, y los hombres entran.

—¿Está todo lo que ordené?

—Absolutamente todo, Majestad.

La mujer asiente y acorta la distancia hasta quedar al lado de Jungkook, quién aún permanecía sentado en una de las sillas de bronce frente a la mesa, mientras ve a los mayordomos dejar dichos objetos sobre ella.

—Q-Qué- ¿Qué esto, Reina Hara?

—Te ordené dejar de balbucear, Jungkook. Si vas a atinar una pregunta, estructúrala bien— asevera la mujer rodeando la silla mientras juguetea con su rebenque en sus manos. Jungkook se encoge al sentir esa aura a su alrededor, a la vez esperando la dichosa respuesta a su pregunta—. Aprenderás las reglas de etiqueta en la mesa. Yo seré tu compañía.

Y Jungkook no sabe porqué, pero cuando la mujer dijo "Seré tu compañía" una pequeña sonrisa se le formó en sus labios, y aquella la Reina Hara lo percibió al instante, no tardando en sonreír también y tomar asiento en la silla a la par del menor, dejando el rebenque sobre otra a su lado.

—En primer lugar la servilleta nunca se desdobla como si se tratase de un plumero. Es de muy mal gusto, horrible en toda dicha. Debes hacerlo delicadamente— la mujer acciona. Desdobla con tal delicadeza que Jungkook quedó maravillado al ver la servilleta de tela de lino abrirse por los finos dedos ajenos—. Muchas personas cometen el error de colocarla dentro del cuello de la camisa o vestido. No es un babero. El fin de la servilleta es para que tu ropa no se ensucie si el bocado cae sobre tí. La idea de "la servilleta sirve para limpiarse luego de comer", está mal. Para ello existe otro tipo de servilletas. ¿Comprendes?

DEBITUS UT OMEGA | KTH&JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora