CAPÍTULO LX-IV

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No podía soportar esto.

A Jungkook le es imposible levantarse de la angosta cama por culpa de los terribles mareos. Si describiera estas, sería la palabra "infierno" en todo su esplendor. Porque joder, tan solo con un pequeño intento de reincorporarse y tomar asiento sentía como su vista se nublaba y la cabeza darle vueltas como si de una montaña rusa se tratara.

Y ni hablar del estrujamiento de su estómago.

De hecho los días anteriores pudo comer con total normalidad hasta dejar el plato vacío. Bueno, casi vacío, a excepción de las carnes al estar condimentadas y algún que otro aderezo; pero en todo lo demás, le pareció bueno. Sin embargo, aunque haya comido relativamente bien, las náuseas igual aparecieron, por lo que no tuvo de otra que correr al baño y deshacerse de aquellas

El trato... fue algo extraño. MinJae no apareció más, siendo un joven beta el encargado de acatar las órdenes y dejar lo necesario para él.

Podría estar peor. Jeon Jungkook sabe con exactitud qué podría estar peor, pero extrañamente Minjae no lo permitiría. Y la razón es el verdadero misterio en cuestión.

—Buenos días, Su Majestad ¿Pudo descansar?

Jungkook gira en la cama hasta quedar frente a las rejas.

Un lindo joven con una sonrisa particular con cabello castaño claro saluda tras las rejas con una bandeja de plata en sus manos. Su vestimenta era algo fuera de lo común, una camisa crema manga larga con volantines en las mangas y un pantalón negro holgado con zapatos de vestir.

Un poco medieval según Jungkook.

El chico entra luego que las rejas se abrieran por un guardia. Camina hacia la mesa de madera y supervisa esta, ladeando ligeramente la cabeza al ver que la comida de hace unas horas sigue intacta, a excepción de la jarra de agua cual estaba completamente vacía.

—No ha comido, ¿Se siente muy mal?— pregunta con un ápice de preocupación, dejando la bandeja al lado de la otra—. ¿Quiere que llame al Rey Minjae? Ayer comenzó a sangrar mucho por la nariz y se desmayó... vaya a ser algo malo.

—Han...— Jungkook lo llama en un susurro, el chico lo mira y camina poquito hacia él un tanto timido—. Siento... s-siento dolor...

El chico acorta la distancia y se inclina al escucharlo sollozar.

Jungkook no se veía bien, estaba complemente pálido, con los labios partidos y unas ojeras horribles. Y ni hablar de su delgadez, sus clavículas se notaban más de lo debido y las bonitas mejillas había desaparecido.

Es una imagen deplorable.

—¿Dónde duele?

El omega lleva una mano a su espalda baja y suelta un pequeño jadeo por la presión de las cadenas en sus muñecas.

—¿Solo allí?

—No— reitera, y vuelve a removerse hasta quedar boca arriba, y lleva una mano a su vientre—. Siento piquetes aquí, y está hinchado. No sé qué es, temo que sea algo malo.

Jungkook hace un pequeño espacio en la cama y deja que el beta tome asiento al borde. Y no puede evitar encogerse cuando este suspendió una mano sobre la zona con intención de tocarlo, más se abstuvo en hacerlo cuando vio al omega temblar.

—¿Me permite verlo? No le haré daño.

El omega traga duro y asiente apenas, dejando al chico posar su mano sobre su enorme camisa blanca.

El toque era suave, como si tocara la cosa más delicada del mundo, como si Jeon Jungkook fuera la preciosidad más perfecta de todas. Y quizás sea el temor de estar tocando al rey de Busan, o quizás por el hecho de ser el Dios Omega. Pero que su mano tiemble poquito y sienta como los dedos se le entumecen tras sentir la poquita hinchazón, es un signo que algo realmente le sucede al otro.

DEBITUS UT OMEGA | KTH&JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora