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La decisión de acabar con su propia manada para convertirse en la alfa en un principio por supuesto que le pareció una completa y total locura, impensable obviamente. Pero la labia y promesas de Deucalion la convencieron muy fácil. Que algo importante y distinto vio en ella fue una de las razones, ¿qué cosa había visto? No tenía idea.
Sin embargo, su manada era pequeña, y su alfa un imbécil, no fue demasiado difícil acabar uno por uno con todos hasta obtener todo el poder. Después de todo se lo merecían, habían sido unas reales basuras con ella, siempre aprovechándose e intentando sobrepasarse solo por verla desprotegida y por ser mujer.
El poder se sentía increíble, el apoyo de la nueva manada y de su líder también. Y todo mejoró cuando encontraron a aquellos gemelos, que, a pesar de tener una cara inocente, tenían un pasado igual de horrible que ella y un pasado oscuro del que alejarse.
Ethan sin duda alguna se había convertido en su mejor amigo y confidente. Podía ser salvaje y un poco agresivo, pero con las personas que le importaba era bueno como el pan. Al igual que su hermano, aunque con él otro era el cuento.
La relación con Aiden al principio era más o menos similar, pero con el paso del tiempo la atracción y tensión sexual comenzó a crecer a tal punto de hacerse un poco insostenible ambos. Incluso para Ethan que solía estar en medio de ellos.
— ¿Cuál es el menú de esta noche? —preguntó el gemelo que la ponía nerviosa llegando a su lado en la cocina.
La rubia con cara de muñeca levantó la vista de los implementos que había acumulado en la isla, dispuesta a preparar la cena para ella y sus amigos. A pesar de ser una manada, los tres más jóvenes de ella preferían vivir juntos.
— ¿Qué te gustaría comer? —preguntó Keira comenzando a hervir el agua para preparar la comida, tenía pensado cocinar una lasaña, que era la favorita de Ethan, pero si a Aiden se le apetecía otra cosa podría cambiar de idea para el menú.
