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Y por supuesto que luego de eso los sucesos no terminaron de suceder. Rescataron a los adolescentes de una fiesta en la preparatoria en donde estuvieron a punto de morir quemados, luego lucharon en la batalla en el lugar de Argent en donde tenían a los miembros sobrevivientes de la manada de Satomi escondidos. Fue dura la pelea, recibió alguna que otra bala protegiendo a Derek, pero finalmente todo se acabó cuando Stiles y Malia apagaron la máquina que distribuía las listas de muerte.
Podrían haber pensado que finalmente encontrarían la calma y tranquilidad esperada, pero Kate Argent y sus Berserkers seguían sueltos y causando problemas, como aquel último ataque que hizo cuando rescató a Kira y Scott llevándolos de vuelta a México.
—No me gusta depender de estas cosas —exclamó Derek mientras estaban aún en su loft, en una mesa estaban desplegadas una infinidad de armas, cortesía de la mercenaria.
A su lado derecho estaba Braeden probando una pistola y a su lado izquierdo estaba Aviana observando todo atentamente.
—Entiendo, extrañas tu poder —comentó la morena. Derek la miró aproblemado—. Yo también lo haría.
—No se trata de poder, se trata de ayudar. No me gusta sentirme impotente.
—No lo eres —sentenció muy segura Aviana interrumpiendo la charla, pero no le gustaba ver a Derek así, mucho menos oler esas emociones emanar de él—. Y no te preocupes, estoy para ti, ¿recuerdas? —le dijo acercándose más a su lado y acariciando su mejilla. La relación de ambos, luego de aquel primer beso, había cambiado muchísimo y ya no solo eran grandes amigos de infancia.
—Tampoco quiero depender de ti, no cuando te despreocupas de ti misma para protegerme.
Los recuerdos de todas las balas que había tenido que sacar del cuerpo de Aviana aún lo atormentaban.
—Da igual, puedo con cualquier cosa —le sonrió para tranquilizarlo, pero el ánimo de Derek estaba demasiado bajo en esos momentos, cualquiera podía sentirlo, por ello Braeden se alejó un poco dándoles espacio—. ¿De verdad crees que no vas a volver?
