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A pesar del extraño comportamiento que estaba teniendo Liam desde que se había comenzado a juntar con esos extraños chicos de último año hacían un esfuerzo para encontrar un poco de normalidad, así que ahí estaban los tres mejores amigos. Liam y Maggie dándolo todo en un videojuego que se proyectaba en la gigante pantalla de la habitación del rubio, y Mason recostado en otro puff revisando su celular y narrando sus problemas románticos.
—Entonces llega este chico que me gusta demasiado y no me hace caso arruinando mi perfecta existencia —reclamó el moreno tirándose hacia atrás en modo dramático total.
—Así es la vida —le dijo la rubia intentando seriedad y apenas prestándole atención, estaba a una vuelta de ganarle a Liam y eso era algo impagable porque él era un muy mal perdedor.
Mason quiso lanzarle una almohada por la cabeza pero antes de atacarla una ampolleta se encendió en su cabeza, así que gateó desde su lugar hasta ella y la tomó fuertemente por los hombros.
— ¡Ayúdame con él! —le gritó con una expresión de loco en la cara—. Sé que lo conoces, los he visto hablando en el club. ¡Tienes que ayudarme!
La rubia lo miró con enfado y apartó rápidamente sus manos de su cuerpo, el muy idiota había hecho que botara el control y por ende, perdiera frente a Liam, quien también era un muy mal ganador.
Ella trabajaba entre semana y los fines de semana en Sinema, el supuestamente mejor club que había existido en el pueblo. Allí Mason había conocido a este chico que lo traía de cabeza, este era simpático y habían hablado un par de veces pero no eran ni siquiera cercanos.
— ¡A mí igual! —saltó Liam afirmándose de la grandiosa idea de su mejor amigo. —Sería bueno tener un poco de ayuda con Hayden. —reconoció con un poco de rubor en sus mejillas, hace muy poco se había reconocido que sentía algo por esa morena chica. Su amiga trabajaba con Hayden, era una idea perfecta.
