¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Fuera de todo pronóstico, por lo menos sus propios pronósticos y esperanzas, su alma gemela lo ignoró olímpicamente durante toda la semana. Estaba confundida, sabía que no podía irse por la vida besando a los capitanes de natación que se partían de buenos y parecían tener una obsesión por ella.
Pero no podía dejar de pensar en él, se sentía tonta e idiota. Y más se sintió así cuando Jackson desapareció por unos días de la preparatoria, estuvo tan preocupada y asustada que llegó a pensar que él había sido una víctima de esos horribles asesinatos que estaban ocurriendo. Su corazón descansó cuando lo vio volver el día viernes, pero se volvió loco cuando él se le acercó y le habló.
Era sábado temprano por la mañana y su móvil comenzó a sonar. Quiso tirarlo por la ventana cuando vio quién llamaba y la hora que era.
— ¿Qué quieres? —contestó adormilada.
—Ya lo sabes —escuchó y su piel se erizó—. Te estoy esperando.
—Es muy temprano —se quejó y tapó la cara con las sábanas.
—Sé tú dirección Oli, si no vienes en estos momentos iré yo —dijo decidido y se escuchó como cosas comenzaban a removerse del otro lado de la línea.
— ¡No! ¿Acaso estás loco? —chilló destapándose y levantándose de un solo salto de la cama. ¿Por qué se alteró? Porque lo creía capaz y no estaba interesada en que su mamá o su hermana lo vieran.
—Sí, por ti —le contestó como lo más normal del mundo. Aquella afirmación le hizo latir el corazón más rápido—. Entonces, ¿vienes o voy?
— ¡Demonios! Bien, iré.
Dicho eso cortó la llamada y se dejó caer de nuevo en su suave colchón.
¿De verdad iría? ¿Por qué sentía que se iría a meter a la cueva del lobo y ella era caperucita? Pero una caperucita bastante atraída.
