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Para aquel entonces el mes de febrero ya estaba llegando a su fin, y al parecer el invierno triste y molesto se estaba poniendo más duro y helado. No había día en que del cielo no cayera agua y que este no estuviera gris y oscuro, y eso que estaban en California.
Elodie odiaba ese clima muchísimo. Pero mientras estuviera con Stiles no importaba, él era el rayito de sol en su vida que lograba iluminarla, animarla y darle calor. Así había sido desde siempre.
— ¿No tienes que salir con Scott, o los demás? —le preguntó desde el otro lado del sofá donde llevaban toda la tarde y parte de la noche.
—Nop, todo está tranquilo —le contestó haciendo alusión a los típicos problemas sobrenaturales que venían teniendo desde un tiempo hasta la fecha.
Al parecer ninguno de los dos había armado panoramas, aunque sinceramente con quién lo harían si todos sus amigos estaban emparejados y de seguro estarían disfrutando del clima romántico de esa noche lluviosa. Pero sinceramente no le molestaba en lo más mínimo estar ahí desparramada enfundada en su gran pijama blanco de oso polar y calentando sus pies en el regazo de su mejor amigo.
El que se había quedado durante todo el día con ella, e incluso había llevado ropa para pasar la noche, ya que de nuevo la mamá de Elodie no estaba. La pobre chica rubia no contaba con la misma buena suerte que tenía él o Scott al tener al menos un grandioso padre.
— ¿No estás aburrido? —le preguntó, considerando que Stiles era un poco, mucho, hiperactivo. Pero el negó con la cabeza—. ¿Veamos una película?
—Si eso significa no tener que moverme de aquí, bueno. —aceptó sonriendo ampliamente.
— ¿Maratón de películas de terror? —ofreció. Pero Stiles arrugó la nariz, esperaba poder hacer un maratón de la Guerra de las Galaxias o Harry Potter—. ¡Vamos! El tiempo está perfecto, ¿qué dices?
—Bien —aceptó. Después de todo había cualquier cosa que Elodie quisiera, siempre era así.
Totalmente emocionada, de un solo salto se bajó del sofá, pasando por arriba de Stiles incluso, y corrió a la cocina para traer cuanta golosina y bocadillo encontró. Mientras tanto, él conectó su cuenta de Netflix a su televisor inteligente y buscó en la sección de películas de terror. No estaba muy feliz, pero ya había aceptado y no quedaba de otra que disfrutar.
