| 014 | Liam Dunbar | Solo te quiero a ti

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*Editado*

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El aire denso se filtraba junto al calor a través de las cortinas cerradas, esa tarde –como todas las de ese verano- se la había pasado jugando videojuegos, de todas formas no es como si pudiera hacer otra cosa

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El aire denso se filtraba junto al calor a través de las cortinas cerradas, esa tarde –como todas las de ese verano- se la había pasado jugando videojuegos, de todas formas no es como si pudiera hacer otra cosa. Igual debía ser agradecido porque podrían haberle quitado incluso eso, ya que según su madre y padrastro no se merecía ninguna consideración o regalía más, no después de lo que había hecho.

Intentaba no pensar en eso porque se enfurecía al instante, el castigo y la razón de este lo enojaban mucho, odiaba el hecho de haberse tenido que cambiar de preparatoria, de dejar a sus amigos atrás, de comenzar de nuevo; era un asco. Y no solo se enojaba sino que se sentía demasiado mal a la vez, y con su mamá haciéndolo sentir mal constantemente y a diario era más que suficiente.

Lo habían diagnosticado con trastorno explosivo intermitente justo después de destruir el auto de su antiguo entrenador en un ataque de ira fulminante, razón por la cual se había pasado el verano entero castigado y cumpliendo las órdenes y mandatos de su madre, lo peor es que no se podía negar porque sabía que se lo merecía. Liam se había convertido en una especie de chico de los mandados y ni siquiera había podido ver mucho a Audrey, su ex compañera de preparatoria, vecina y buena amiga -si es que se le podía llamar así a su relación-. La extrañaba demasiado.

Estaba matando unos cuantos zombis en su videojuego cuando su mamá apareció por la puerta de su habitación con una gran bolsa en las manos.

—Necesito que le lleves esto a la señora Dankworth —ordenó. Ni siquiera se lo pidió de buena forma, pero Liam ya se había acostumbrado, además era parte de su castigo.

Arrugó el entrecejo, pausó el juego y la miró con ojos suplicantes de cachorro, no quería salir, estaba cansado. Esa mañana su mamá lo había arrastrado hasta el supermercado y habían recorrido cada uno de los pasillos, después se lo había llevado a rastras hasta el centro comercial donde había tenido que cargar todas y cada una de las bolsas que ella compraba. Sencillamente horrible.

ONE SHOTS |TEEN WOLF|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora