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Hayley Moore era una de esas personas que sin saber cómo, o por qué, se le había metido entre ceja y ceja al humano Stiles Stilinski, así como tantos otros en los que él definitivamente no lograba confiar.
Desde un inicio, aclarando ese inicio cuando Scott en otro descuido la mordió al igual que a Liam, convirtiéndola en su beta y en parte de la manada, nada había estado bien entre ellos. En realidad, el problema era más bien unilateral.
Stiles aún no entendía por qué no era capaz de confiar en Hayley, pero sinceramente era algo que no se molestaba en ocultar, nunca lo había hecho. Su teoría transitaba en que era algo en contra de su personalidad tan despreocupada y descontrolada, algo extremo a él. ¿Cómo podía existir alguien sin ninguna gota de estrés y ansiedad en su cuerpo?
Parecía imposible, sobre todo considerando por la infinidad de problemas que habían atravesado el último tiempo –y los últimos años luego de la mordida de Scott-, y con que era su último año escolar, y la separación, y el futuro, y todas esas basuras que lo tenían al límite de su salud mental. Pero a Hayley no parecía afectarle en lo más mínimo, ella tomaba todo con calma e iba paso a paso, viviendo el día a día.
Aquella filosofía de vida era un asco, y eso, justamente eso, era lo que más exasperaba a Stiles y lo llevaba al borde de un colapso nervioso ansioso. Ellos eran los jodidos polos opuestos más opuestos del mundo entero.
Esa noche de vacaciones los integrantes de la manada que quedaban en el pueblo habían decidido ir a beber y divertirse un poco al bar más famoso, necesitaban descansar del caos y hacer cosas que los adolescentes normales hacían. Justamente ese lugar era en donde trabajaba Hayley apoyando el negocio de su madre, por ello no estaba del todo divirtiéndose y más bien estaba entregando insumos para los que podían consumirlos disfrutar de sus efectos.
Scott bailaba con Malia, Lydia, Liam y Hayden, dando brincos y vueltas por la pista de baile, hace mucho no se divertían así. Al contrario de Stiles que ya se había cansado y había decidido ir por algo de beber. Arrastrando los pies se acercó a la barra.
