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La noche estaba siendo un infierno caluroso y por las ventanas sólo entraba esa tibia y pegajosa brisa de verano, y peor aún, la noche estaba siendo completamente aburrida y sin más panorama que estar esparramado en el sofá de la sala lanzando una pequeña pelota al techo, una y otra, y otra vez.
Stiles había salido hace unos minutos a buscar a Lydia que finalmente se había decidido a pasar un fin de semana con él en esa ciudad, y él no tenía nada que hacer. Ni siquiera un deber para la universidad o algún examen para el que estudiar, nada. En esos momentos era cuando más extrañaba los tiempos en Beacon Hills con la manada, tiempos llenos de aventuras y cosas por hacer.
Abatido se levantó del sofá de cuero, en el que sus piernas descubiertas se habían pegado un poco por culpa del calor, y fue en busca de una soda refrescante para después ver algo de televisión. Arrastrando los pies llegó a la cocina y fue inevitable no ver el desastre que tenían con Stiles en ella, no habían pasado ni dos días desde la limpieza y ya parecía que un tornado había pasado por allí. Sin más ignoró el desastre y simplemente abrió la nevera para sacar la última botella de soda que quedaba.
Pero antes de destapar la botella escuchó unos ruidos provenientes de la entrada del departamento, ¿tan rápido había vuelto Stiles con Lydia?, tal vez se le quedó algo y tuvo que devolverse. El moreno se asomó y la puerta se abrió.
Por ella no entró ni Stiles, ni Lydia, ni nadie que él pudiera imaginarse; quién la cruzó fue una pequeña mujer cargada con una mochila en la espalda y un pequeño bolso de viaje colgando del hombro. Su cabello castaño estaba atado en una cola de caballo y bajo sus lindos ojos avellana se dejaban ver unas pequeñas ojeras consecuencia de todas las noches de en vela por culpa de sus estudios; más en sus labios se dibujó una sonrisa sorpresiva y sincera.
— ¿Casey? —preguntó el moreno mirando a la chica desde la punta de la cabeza a la punta de sus pies con la boca levemente abierta, no podía creer que en serio era ella quién estaba frente a él. Instantáneamente su primer pensamiento fue lo linda que seguía luciendo.
