¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Eran las nueve de la noche y sinceramente era incapaz de dejar de dar vueltas por todo el baño, de un lado a otro ida y vuelta. Los nervios y el miedo tenían todo el control de su cuerpo y las nauseas al tope de su garganta.
Johanna se miró al espejo una vez más y se obligó a inhalar y exhalar suavemente para calmarse un poco, tenía que salir de allí porque afuera el hombre de su vida la estaba esperando. Tomó un poco de agua fría y se mojó un poco el cuello para calmar los temblores, estiró su bonito vestido blanco y salió.
Los pasillos del restaurante elegante estaban igualmente decorados, sobrios pero muy elegantes. Nunca habían visitado el lugar antes, pero cumplían un año de noviazgo así que era un día especial. Lo sería aún más cuando ella le contara su secreto, ese que la tenía en ese estado atropellado.
Su mesa estaba afuera, no hacía frío, de hecho, era una noche bastante cálida en ese lejano lugar de California, el exterior del restaurante estaba solitario, solo una mesa adornada de pequeñas y brillantes lucecitas doradas se veía mientras avanzaba. A su lado y vestido de un elegante traje negro el amor de su vida le sonrió apenas la vio.
Ella le sonrió de vuelta y de pronto los nervios se intensificaron. El sentimiento de miedo y culpabilidad apareció de pronto pesando en su pecho y estómago. Por un momento pensó en arrancarse, darse la media vuelta y correr lejos de él, pero jamás podría hacerle eso, no a él.
Jordan la recibió entre sus brazos y se besaron dulcemente. Luego de cariñosos y amorosos saludos se sentaron uno frente a otro y fueron atendidos. La entrada y el plato de fondo estuvieron deliciosos, y antes del postre él tomó su mano cambiando por completo su expresión como también la atmósfera alrededor ellos.
—Tengo algo para ti.
De su traje con la mano libre sacó un sobre de papel, más bien una carta. La carta que lo había tenido sumergido toda la semana entre también el nerviosismo y una bruma increíble de amor.
Johanna la recibió entre sus manos nerviosas.
— ¿Puedo leerla ahora? —preguntó con aquella impaciencia disfrazada de curiosidad que la caracterizaba.
