🦴 Capítulo 06.

58 15 1
                                    

El resto de la tarde pasó tranquilamente... Decidimos que la mejor manera de pasar el tiempo era viendo alguna película. Dejé que el monstruo escogiese una cualquiera. Resultó ser una con temática del espacio. Viendo la coincidencia, no tardé en preguntar al respecto.

—¿La vieja revista que estuvo leyendo cuando me fui a ducharme no era también de estrellas y cosas así? —El bitty lo afirmó. —¿Le gustan mucho las cosas relacionadas con el espacio y el universo?

—Podríamos decir que sí... —admitió algo azorado.

—Mmm...

Guardé silencio, dejándolo ver la película tranquilo. Mientras acariciaba el suave pelaje del gato que se había acostado encima de mí, ronroneando feliz. Snarl estaba dormitando en un rincón del sofá, y de Way no había rastro. Supuse que estaría en mi cama, enrollada en las mantas para no enfrentar al frío de la estación. Con el paso de los años, Way se había vuelto muy casera. Antes disfrutaba más de estar en la calle buscando gatos a los que ladrar o deambulando por el monte, pero ahora apenas quería alejarse cuando íbamos de paseo y luego se metía en la cama durante horas. Nos hacíamos mayores y aprendíamos a disfrutar de la tranquilidad. Además, parecía algo afectada por los regaños recibidos. En realidad era una perra muy sensible. Por el momento, no me preocupé. Al fin y al cabo, solo sería por esta noche, dado que al día siguiente iríamos derechos por vez segunda a la tienda de bitties y solucionaríamos todo aquello. Cerré los ojos, oyendo de fondo la épica banda sonora, que aderezaba los estelares paisajes repletos de asteroides y estrellas en el inmenso vacío de oscuridad que conformaba aquella imagen en la pantalla del televisor en representación del espacio exterior, junto con el rítmico ronroneo que se emitía desde la garganta del mínimo que calentaba mi torso con su propio calor y pelaje. Me dormí, exhausta.

[.....]

No sé cuánto tiempo había transcurrido cuando un pequeño y molesto contacto en la mejilla me acabó por despertar. Abrí los ojos un poco, para ver qué ocurría. Al parecer el bitty estaba sacudiendo muy ligeramente su mano en mi pómulo, intentando despertarme.

—¿Qué pasa? —pregunté confusa, con la voz pastosa.

—Se ha quedado dormida —explicó, sonriendo—. Iba a dejarla descansar un poco más, pero su teléfono estaba vibrando insistentemente hasta hace un momento. Creo que era una llamada.

Me incorporé un poco, haciendo que el monstruo se bajase de encima de mí y acabase en el sofá de nuevo. Me sentía terriblemente mal. Las siestas solían hacerme sentir más cansada que antes de tomarlas, y aun así, por alguna razón, las necesitaba. Aún un poco embotada, alcancé el móvil que estaba sobre el baúl. Efectivamente, tal y como me había indicado el cachorro, vi un par de llamadas perdidas. Eran de mi madre. Con un suspiro, me eché de nuevo en el acolchado sofá, desbloqueando el teléfono y buscando el nombre de mi progenitora en la sección de contactos. El gato, que había desaparecido un segundo por la puerta en dirección a la cocina, maulló de manera lastimera exigiendo que le rellenase el cuenco para la cena. Le ignoré y solo presté atención al sonido de comunicación del aparato electrónico, mientras miraba de reojo al monstruo, quien me miraba a su vez de forma discreta con notable curiosidad. Dio tono y, tras varios pitidos, se escuchó una voz.

—¿Hola?

—Hey... ¿Qué pasa mamá? Estaba dormida.

—¿Cómo que qué pasa? ¿Ya no te acuerdas que tienes madre o qué? Hace más de tres semanas que no me llamas.

Sonreí ante aquel regaño.

—Como si tú me llamases a menudo... Hasta donde yo sé he salido a ti en lo de no llamar apenas a nadie. —Se rio, dándome la razón. —He estado ocupada... ¿Qué tal estáis?

Órbita. (Bittybones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora