🦴 Capítulo 20.

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Lunes, día 01 de febrero.

Fue la fecha en la que, tras acabar mi jornada laboral, me dirigí a la tienda de bitties de Gen, con la intención de adoptar al monstruo que, hacía ya casi una semana y media, encontré abandonado en un callejón.

Habíamos pasado el fin de semana bastante tranquilos en casa. Por mi parte, me había obligado a llamar por teléfono a mi hermana para disculparme. Fue la primera persona en saber la noticia. Al principio se mostró fría y molesta por el tratamiento que le había dado, pero le prometí compensarla quedando en ir hasta su casa el próximo fin de semana, para que así conociese al Omni y, ya de paso, ayudar a mi sobrina con la lectura. El bitty se mostró de acuerdo con esa decisión, afirmando que creía bastante importante el conocer a mi familia. Parecía incluso algo emocionado por la idea. A mí, en realidad, me provocaba cierta ansiedad, pero traté de no pensar demasiado en ello. En realidad no hicimos nada de provecho el domingo. Me la pasé en pijama, sin querer salir. Subsistimos a base de comida precocinada y solo dejé salir a los perros al patio para que hiciesen sus necesidades allí, teniendo solo que limpiarlo después. Pasé el día viendo vídeos de animación o videojuegos. El cachorro se aburrió al poco tiempo, por lo que se concentró en devorar una saga de novela negra de misterios y asesinatos que tenía por la estantería... No obstante, por la noche pusimos una película que elegimos entre los dos. Resultó ser más interesante de lo que parecía en un primer momento. Fue un día completamente vago.

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Al día siguiente fui al trabajo como siempre. Fue una mañana ajetreada, pues se habían perdido unos documentos importantes y tuvimos que registrar a fondo en el archivo en busca de una copia... Me pasé casi todo el día en aquella habitación cerrada, buscando entre cajas, archivadores y carpetas aquel maldito escrito oficial. No logramos encontrarlo y tuve que soportar el regaño de mi jefe. Sin embargo, fue algo que acepté sin quejarme, dado que, quién en realidad estaba a cargo del archivo de aquel documento era un compañero novato, quien encima era un monstruo algo torpe. Sentí compasión en el momento en el que lo vi tan nervioso y me ofrecí a ayudarlo, con la condición de que no le dijese a nadie que él era el responsable...

Sabía que, en su caso, tendría más problemas que un simple regaño por parte de nuestro jefe, pues aún quedaban algunos humanos que odiaban a los monstruos y, desafortunadamente, así era también en mi trabajo... Esas personas siempre estaban pendientes de cualquier pequeño fallo que pudiera cometer alguno de los individuos de la otra raza, dispuestos a empeorar la situación; exagerando sus errores para difamarles y lograr que el jefe se sintiese presionado. Por suerte, nuestro superior era una persona cabal y justa que no solía dejarse manipular por la palabrería, y las normas cívicas habían evolucionado lo suficiente para reducir de forma considerable el acoso hacia los monstruos desde que habían emergido del subterráneo. Aquel adolescente peculiar (aunque creo que en el momento en que todo sucedió aún era un crío), pudo equilibrar bastante las cosas, ayudando a los reyes de los monstruos con el cargo de embajador... Yo no estaba muy metida o enterada en la política; no era algo de mi interés inmediato. Aun así, era inevitable saber todo aquello debido al revuelo que se había provocado tras las barbaridades que se escuchaban en las noticias; casi siempre perpetradas por mi raza en contra de los monstruos. Era vergonzoso. Por ello, y a pesar de que yo nunca me metía en problemas o asuntos ajenos, me decidí por ayudar a mi compañero asumiendo su error como propio.

Más que amabilidad lo hice por evitar que se armase un drama innecesario. Pero, por algún motivo, el novato se mostró muy agradecido. Quiso invitarme a tomar el café de la media mañana, pero decliné... No quería tener que cruzarme con medio edificio. Era una multitud molesta y aterradora... Aun así, fue un día bastante normal.

Salí del trabajo por la tarde de entre los primeros, pues quería ir pronto a la tienda de Gen.

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Órbita. (Bittybones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora