🦴 Capítulo 42.

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Tras días de confusión, pudimos llegar a un entendimiento asequible para todos... A pesar de apreciarles, mi personalidad me impedía ser constantemente comprensiva o afectuosa, si no que más bien tendía a ser bastante espinosa desde mi tierna niñez. El pasar tanto tiempo en compañía me pasaba factura y, a pesar de que los bitties eran cuidadosos a la hora de intentar no agobiarme al exigir atención, el hecho de tener que repartirme entre los cinco acababa por dejarme extenuada. Eso, sumado a mi malhumor arrastrado desde hacía varios días, me hizo explotar de forma desmesurada cuando aún estaba en el trabajo por la tarde, por un insidioso mensaje por parte de Blonde quien, apurada también por la irritabilidad al estar atada a lidiar con dos criaturas inmaduras y tremendamente exigentes, se le ocurrió que era buena idea desquitarse con mi persona al echarme en cara mis errores y reprochar mis prácticas.

Dando un portazo, llegué a casa echa un basilisco. La beligerancia se exudaba de mi alma y la miasma perniciosa de mi nefasto humor se materializó a modo de bramidos encolerizados en el momento que los monstruos, sorprendidos al recibirme en aquel estado, lograron salir del estupor para preguntar qué había sucedido. Los ignoré, solo recalcando con una frase concreta lo que hería mi calma; para acabar rasgando mis cuerdas vocales al distorsionar mi tono por ganar más volumen. Ellos no entendieron lo ocurrido, pero tampoco me molesté en explicar nada.

Crucé el pasillo, haciendo oídos sordos a cualquier tipo de palabra que pudiesen atreverse a dirigirme para así evitar concentrar mi ira hacia los bitties, y me metí en el aseo. Furiosamente, arranqué la ropa de mi sudoroso cuerpo y la lancé al cesto de la ropa sucia. Me metí en la ducha y abrí la manija del grifo. De la alcachofa surgió un agua helada que me quemó en la piel, haciendo que sisease; alimentando mi irritación. Al final, me acabé acostumbrando a la frialdad del líquido y me senté en el suelo de porcelana, dejando que me lloviese encima. Los pensamientos aún palpitaban, lastimando, pero pronto mi cuerpo se fue quedando lívido y conseguí templar un poco mi ánimo. Observando la pared como si me hubiese ofendido gravemente con sus blancas baldosas de porcelana, al final logré apoyar la frente en su dureza y sentirme más lúcida.

Era tremendamente complicado llevarme a aquel estado de furia e irritabilidad, pero Blonde tenía esa habilidad especial de presionar los botones equivocados de tal manera que ella pudiera parecer inocente al hacerlo. Aquello lo odiaba. Y, aunque no había sido tan grave lo que había dicho y ya se había disculpado al recibir mi contestación a su texto, yo aún era víctima de los remanentes de la emoción. Ella había escogido una semana realmente mala para provocarme.

Últimamente me sentía vacía por el trabajo y extenuada por lidiar con tan alto grado de sociabilidad en casa con cada monstruo. Además, estaba muy confundida con uno de los bitties, por lo que se me iban acumulando los problemas. Ciertamente, el litigio con mi hermana me había tomado por sorpresa; a pesar de que ya era una discusión recurrente que se repetía cada pocos meses. No era tan grave en apariencia, pero su repetición siempre me exacerbaba. Y aquella vez no fue distinto, solo que coincidió con la acumulación de granos arenosos que me ahogaron en la parte baja del reloj; logrando así que mi carácter espinoso no solo se acentuará, sino que se descontrolase para quebrar la prisión y llenarlo todo de esquirlas cristalinas y arena.

Por fin, salí del aseo. Fui hasta el salón, donde Mercury y Venus me interrogaron con cuidado sobre lo ocurrido y mi estado. El Slate escuchaba en silencio. De los otros dos no había ni rastro. Fui bastante esquiva, dejando ver que había tenido una discusión con mi hermana y poco más. Les aseguré que estaba mejor, pero no me creyeron. Aun así, tuvieron la consideración de dejarme tranquila. No duré mucho más en aquella habitación, siendo consciente que me estaban observando y, de forma discreta, trataban de descifrar mis pensamientos. Me despedí de ellos, para irme a mi habitación a intentar descansar y olvidarme un poco de lo ocurrido.

Órbita. (Bittybones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora