🦴 Capítulo 08.

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Tras la cena, bajé a la calle para dar el paseo nocturno de Snarl y Way. Le había preguntado al bitty si le apetecía acompañarnos, pero se disculpó y prefirió quedarse en casa leyendo, cosa que entendí. En cualquier caso, nuestro paseo no se prolongó demasiado realmente. Y, aún con esas, fue el tiempo suficiente para poder reflexionar en todo lo sucedido desde la noche anterior y en lo que estuviese por venir.

Era indudable que aquella situación me había tomado completamente por sorpresa y que no me sentía preparada para hacerme cargo, pero un millar de incógnitas me cruzaban por la cabeza respecto al futuro de aquel monstruo. Aunque en realidad no me interesase activamente en prestar atención a los problemas sociales que asediaban el mundo, no podía fingir inconsciencia ante la realidad... Y es que los monstruos, aunque ahora gozasen de esos derechos que debían tener como residentes dignos de este planeta globalizado, seguían siendo un blanco bastante vulnerable respecto al racismo. La humanidad, aunque sea una comunidad de criaturas gregarias, siempre ha sido proclive al odio y el temor por lo desconocido, llegando a desarrollar esos temores y aversiones inclusive a los de su propia raza. ¿Acaso creías que sería distinto en lo que se refiere a unas criaturas tales como los monstruos? ¡Ja, no seas inocente! Era peor aún... Y yo era consciente de esa realidad, que aunque ahora no fuera algo tan sumamente terrible como antaño, cuando recién habían abandonado el subterráneo, era difícil conseguir cambiar el pensamiento diminuto de algunas personas. Me preocupaba pensar en qué sería del bitty, no quería que sufriese más... Bien es cierto que apenas sabía demasiado de él, pero tenía claro que era alguien extraordinario y merecía ser feliz. Quería asegurarme de que así fuera, al menos para poder enmendar mi error al creerme que podía ejercer un papel de "salvadora" cuando ni siquiera podía ofrecer seguridad alguna en mi propia casa. No me unía nada con aquel pequeño, pero realmente quería ayudarle, aún sin saber cómo...

En poco tiempo, me di cuenta de que ya estábamos de vuelta en la puerta de casa. El paseo se me había hecho muy corto. Y sin más dilación, entramos en la vivienda con algo de alboroto, entre el lío de cadenas entre mis piernas y evitando a duras penas que Jingle se escapase en el descuido al pasar entre mis piernas. Un pequeño caos. Vamos, lo normal... El bicho estaba en la habitación cuando le dejé y me fui, pero al parecer, habiendo escuchado la puerta y el tiberio que habíamos formado, se asomó con cuidado por la jamba de la puerta, saludando de forma tímida.

—Bienvenida a casa, señorita Dew.

Enternecida por el gesto, le sonreí al devolverle el saludo. Una corta conversación nos arrolló cuando me preguntó qué tal nos había ido en el paseo. Luego, habiendo desencadenado a los perros, no tardé en pasar a mi habitación a descalzarse y ponerme un mullido pijama. Estaba muy cansada, y aunque todavía tenía que ir al baño para cepillarme los dientes, me senté durante un momento en mi cama. Pronto llegaron Way y su hermano, queriendo ocupar su lugar en la cama. Ese par de malcriados estaban más que habituados a dormir conmigo, una mala costumbre que habíamos tomado desde mi niñez, cuando me aterraba dormir sola y que los monstruos surgiesen desde debajo de la cama. Aquel pensamiento me hizo reír al pensar que, justo ahora, tenía un monstruo en la habitación y, más que temor, solo me infundía familiaridad. ¡Qué curioso! El bittie, por su parte, en aquel momento se las había ingeniado para llegar por su cuenta a la estantería donde estaba la bufanda acomodada, esa misma que utilizó de lecho la noche anterior. Sorprendida por aquello, no tardé en preguntar mientras me soltaba el cabello de su peinado.

—¿Cómo ha llegado ahí?

Con una ligera sonrisa, se encogió de hombros.

—Moviendo las partículas de lugar... —Sin comprender su respuesta, mi cara fue un auténtico prisma de pasmo. Divertido, se explicó de forma más simple. —Supongo que es algo similar a lo que los humanos conocéis como teletransportación. Hay algunos monstruos que podemos hacer uso de la magia para mover las partículas que conforman el cuerpo y cambiar de espacio sin desplazarnos. Es útil en este caso particular, puesto que nuestro tamaño nos suele ser bastante limitante frente a las proporciones del mundo que nos rodea.

Órbita. (Bittybones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora