🦴 Capítulo 66.

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Solté el teléfono, irritada. Se acercaban días de vacaciones para mí en el trabajo, lo cual suponía que, para poder disfrutar debidamente, antes debía dejar bien atado todo lo que no iba a poder hacer durante el tiempo que estuviera desocupada... Me había pasado la mañana concretando con mi jefe todos aquellos detalles, para ir organizando el horario que mis compañeros debían cubrir en mi ausencia, pero, aun así, todavía continuaban surgiendo discrepancias. A lo último, con el mensaje que acababa de responder, recordé claramente la razón por la que los años anteriores había declinado la opción de hacer vacaciones; prefiriendo siempre trabajar y que me pagasen de más. Todo aquello era siempre un quebradero de cabeza, del cual no estaba segura de si merecía la pena por tener unos días libres, a los que ni siquiera iba a ir a ningún lado... Casi mi arrepentía de optar por aquello, pero lo había aceptado por la recomendación de los bitties, quienes estaban preocupados por mí.

Yo sabía bien que a los pequeños les hubiera gustado ir a algún lugar nuevo, pero, desafortunadamente, todo había sido tan repentino que no habíamos podido organizar nada como era debido. Por lo tanto, ellos, aunque les había advertido sobre la realidad, me insistieron que estaba bien; que preferían que al menos yo descansara en casa. Era considerado de su parte, pero yo seguía teniendo la espina clavada... Me hubiera gustado darles unas vacaciones que pudieran disfrutar. Empero yo no soportaba la idea de embarcarnos a la aventura de un modo desorganizado... Era un fastidio. Ya de por sí la idea de viajar era algo sumamente tediosa y agotadora para mí, pero el hacerlo sin organización sería la perfecta oportunidad para que me carcomiese la ansiedad... No estaba hecha para eso. Por ello, había tenido que ser descartado.

Sonó de nuevo el tono de notificación de mi teléfono. Por un segundo me tensé, pensando que sería de nuevo mi jefe, pero, al desbloquear la pantalla táctil del móvil vi que se trataba de un mensaje por parte de Mel. Eso me llenó de alivio. Le respondí rápido y abandoné el dispositivo electrónico en la mesilla de noche de mi habitación, no queriendo atender a más conflictos vía mensajería durante al menos el resto de la tarde.

Me tumbé en el suelo limpio, buscando un poco de frescor. La estación golpeaba con fuerza y me había dejado fuera de combate. El calor me mataba... Desde niña sufría mucho durante el verano. Si bien el frío rara vez llegaba a afectarme, pues tenía muchísima resistencia a él y no solía notarlo demasiado, era terriblemente calurosa. En aquel momento, fui la prueba viviente de ello, tirada en el suelo, en proceso de transformación al estado líquido que solía responder a mi nombre; incluso temiendo sobrepasarlo al acabar evaporándome del todo. No podía moverme por el ambiente pesado. Incluso en aquella postura lamentable no sentía que ayudase mucho a mermar la horrible sensación de hormigueo que tenía por todo el cuerpo. Hacía menos de una hora que me había dado una ducha fría, pero la ola de calor en la que nos encontrábamos había logrado secarme y hacerme volver a sudar a los pocos minutos de salir del baño. Ni siquiera los ventiladores que teníamos en la habitación y el salón servían de mucho más que para remover el aire caliente por las habitaciones. Quería morir... Y fue por ello que, al oírme gemir angustiada por cuarta vez consecutiva, Saturn alzó la voz para llamar mi atención, sin siquiera dejar de mirar el libro que había estado leyendo durante toda la tarde.

—sé que hace calor, pero al menos podrías moverte y darte otra ducha o algo así... —Sugirió, con la voz cansada. —por lo menos dejarías de molestar con los gimoteos.

—Vete a la mierda.

Ni siquiera alcé la mirada para complementar el insulto, pero eso no fue impedimento para dejar de escuchar el suspiro que propinó el Thisle o la risa de su hermano menor. Les ignoré a ambos, revolcándome en mi miseria... Escuché de pasada la voz de Neptune hablando.

—VALE QUE SATURN NO HA SIDO MUY ELEGANTE, PERO TIENE RAZÓN, DEW... —Tanteó él con más cuidado. —LLEVAS AHÍ HORAS, ESO NO PUEDE SER BUENO-

—¡Calor! —Repliqué, poniendo énfasis en aquella única palabra toda mi frustración y desespero, sin querer seguir escuchando el coherente consejo de los esqueletos en miniatura. Tras aquello, alcancé a oír un suspiro.

Órbita. (Bittybones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora