🦴 Capítulo 33.

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La primera noche en la que los bitties se quedaron en casa pasó tranquilamente sin altercado ninguno. Y, en el momento en el que me levanté por la mañana, tan solo el Treacle se levantó conmigo. Al parecer, el pequeño de la bufanda roja era madrugador. Mercury también me acompañó, como de costumbre, para tomar un café junto a mí antes de sacar a los perros e irme al trabajo. Sin embargo, en el paseo de Way y Snarl se quedó en casa para poder recibir al Slate una vez se despertase. En cambio, a pesar de que le indiqué que no era necesario, el esqueleto de las gafas quiso venir conmigo a sacar a los perros. Al parecer, y en sus palabras, quería poder acompañarme para conocer un poco los alrededores de la casa.

Así, con el esqueleto al hombro, me despedí de Mercury con una pequeña caricia en su frente para después salir por la puerta. Por el camino, el Treacle me fue dando charla sobre diversos temas. Hablamos sobre mi trabajo y me preguntó cuándo volvería ese día a casa.

—En realidad no lo sé con seguridad... Hay mucho trabajo en la oficina y es probable que tenga que quedarme un poco más que de costumbre. Lo más seguro es que no pueda venir tampoco a comer, pero Mercury sabe dónde están las cosas y podrá hacer algo... —Mi tono vaciló un poco, no del todo segura de aquella afirmación, ya conociendo las nociones en la cocina del Omni. —No... La cocina de Mercury no es una buena opción, bien pensado. Quizá sería mejor que ordenara algo de comida y la trajeran a casa.

—NO ES NECESARIO... —rebatió el bitty—. PUEDO COCINAR SIN NINGÚN PROBLEMA. Y MI HERMANO TAMBIÉN SABE HACERLO. NO NECESITAS PREOCUPARTE POR ELLO... PERO, ¿COMERÁS EN EL TRABAJO, VERDAD?

Me encogí de hombros de forma involuntaria, provocando que el pequeño se desestabilizara por un segundo... Enseguida me puse recta, con una sonrisa de disculpa.

—Lo siento... —expresé. Él me calmó con un gesto. Me centré en responder a su pregunta. —Supongo que tomaré algo en el bar de al lado de la oficina.

El Treacle asintió, algo más tranquilo.

—DEBES ASEGURARTE DE ALIMENTARTE APROPIADA Y SALUDABLEMENTE, DEW. ES MUY IMPORTANTE... —Yo le sonreí.

—Tranquilo... No moriré de hambre.

Por algún motivo, el cachorro se tensó un poco, pero antes de poder preguntar si se encontraba bien me distrajo Snarl al tironcear al querer olisquear un poco del suelo. Un rato después estábamos en casa.

[.....]

Pasó el día. Ya eran las siete de la tarde cuando, al fin, pude dejar la oficina. Para cuando llegué a mi hogar estaba exhausta. Abrí la puerta y entré arrastrando un poco los pies por el suelo. Al sonido de la puerta, Mercury se materializó casi al instante para recibirme con una sonrisa. Estaba en el mueble de la entrada donde yo solía dejar las llaves. Al rato, escuché otro par de pasos diminutos llegando al recibidor. El Treacle se presentó para darme la bienvenida. Luego llegó también Snarl, echándome las patas. Saludé a ambos bitties al tiempo que acariciaba la gris cabeza del perro.

Le tendí mi mano a Mercury y lo dejé que subiera a mi hombro. El cachorro se frotó un poco con afecto al contacto de mi cuello mientras pasábamos al salón. Allí estaban Jingle y el Slate echados en el sofá, echando una siesta. Ya habían congeniado estupendamente los dos. Era increíble el manejo que tenía aquel silencioso monstruo con los animales. Pronto, el cachorro que tenía aquella grotesca herida en el cráneo abrió sus ojos, un poco somnoliento. Al parecer, al oír el escándalo de la puerta y nuestra llegada, se había despertado. Se sentó, algo aturdido aún, para levantar una mano a modo de saludo. Por mi parte, me senté pesadamente en el sillón individual, para poder quitarme las botas y dejarlas ahí tiradas.

—Lamento haber tardado tanto en volver. ¿Cómo habéis pasado el día...? —pregunté.

—Bastante tranquilo... —respondió el Omni. —¿Cómo le ha ido a usted en el trabajo?

Órbita. (Bittybones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora