🦴 Capítulo 44.

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—DEBERÍAS HACER UN POCO MÁS DE FUERZA PARA LA DERECHA.

—No puedo... —gemí, frustrada.

—QUE SÍ... SOLO RELÁJATE —me consoló él—. ESTÁS DEMASIADO TENSA.

Probé de nuevo, pero el resultado no varió. Me dejé caer, deprimida. Noté como me daban unas palmaditas en la cabeza, en un intento de animarme.

—Ya te dije que era inútil.

—NO ES CIERTO... LO ESTABAS HACIENDO BASTANTE BIEN. SOLO NECESITABAS IR CON MÁS CONFIANZA. —El Cider tomó el folio garabateado que había delante de mí. —NO ESTÁ NADA MAL... SOLO TE HACE FALTA UN POCO MÁS DE PRÁCTICA.

Yo suspiré. Nos habíamos pasado la tarde dibujando. El bittie del colmillo dorado era muy bueno en aquello y había decidido tratar de ayudarme a mejorar. Sin embargo, tal y como le advertí, era una alumna terrible. Era testaruda y algo orgullosa, por no mencionar que, en el fondo, no me importaba tanto mejorar. No obstante, al ver lo determinado y apasionado que parecía el monstruo por ayudarme me pareció ruin no intentarlo; normalmente no se solía mostrar nunca tan asertivo ni entusiasta. Por ello, al verle de aquella manera, no me quedó otra que intentarlo.

Era un gozo verle confiado a la hora de tomar un lápiz y dibujar cualquier cosa. Aquel era su ambiente. Y, aunque nuestro objetivo de hacerme mejorar no se hubiera cumplido, al menos pudimos divertirnos... Era difícil que el bitty no acabase riendo cada vez que, al fallar en mis creaciones, yo acababa inventando excusas enrevesadas y convenientes en las que explicaba cómo mis fallos habían sido, en realidad, totalmente premeditados.

Estaba cogiendo otro folio para empezar un nuevo dibujo cuando escuchamos golpes en la puerta. Abrí de inmediato y me encontré con un Treacle algo desbordado.

—¡ESTÁN TOCANDO AL TIMBRE! —anunció.

Yo abrí los ojos. Con el disco que resonaba en el reproductor de música no lo había oído. Agradecí a Venus y le tendí una mano al Cider para que no se quedase solo en el cuarto. Con el cachorro de ojos naranjas sobre mi hombro y el de la bufanda roja siguiéndonos salí de mi habitación. Antes de abrir, me miré al espejo durante un segundo al pasar por el salón. Tenía un aspecto descuidado, estando todavía en pijama. Al oír esta vez la molesta musiquilla del timbre le quité importancia a mi aspecto y abrí la puerta con precaución. Al ver a un desconocido me tensé, pero mi cuerpo se relajó al ver la caja empaquetada que traía. De esa manera, dejé que la puerta se abriese más y saludé. En un par de minutos el repartidor se fue y yo tenía mi paquete.

Con la caja en las manos, me senté en el sofá. Allí al lado estaban el Thisle y Pluto, cada uno en un rincón, descansando un poco. Al verme con la caja, no pudieron ocultar su curiosidad. Mercury estaba un poco más allá; en la parte alta del brazo del sillón, junto a la dormida figura de Way. Clavé mis largas uñas de color azul en el cartón y saqué su contenido. Mi expresión se llenó de alegría al ver lo que había dentro.

—¿otro libro? —cuestionó el Thisle.

Yo le lancé una sonrisa.

—No exactamente... Es un tomo de manga. Este mes salía por fin. Estaba deseando que llegase —mencioné mientras lo ojeaba un poco. Traía una ilustración exclusiva de la primera edición. Era preciosa.

—EL DIBUJO ES MUY BONITO... —observó el Cider, interesado. Yo asentí.

—Es una de las razones por las que ha tardado tanto. La autora de este manga le pone mucho empeño y detalle al dibujo, por lo que es una serie muy lenta de publicar.

Noté como algo se aplastaba contra mi muslo. El Slate se había acercado a nosotros y había apoyado su barbilla y los brazos en mí, mirando perezosamente eso que nos atraía tanto la atención a todos. No parecía muy interesado, por lo que acabó frotando su rostro contra mí, cariñoso. Pasé una mano por su cráneo, distraídamente.

Órbita. (Bittybones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora