🦴 Capítulo 62.

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Solo pasaron unas cuantas horas cuando volví a despertar... Me dolía todo el cuerpo y gemí angustiada al ver como el sueño se me escapaba entre los dedos. Traté de incorporarme, pero pronto sentí que el peso del gato y los bitties me impedían moverme correctamente. Miré el reloj fluorescente que había debajo de la televisión y vi que aún quedaba poco menos de una hora para levantarme y comenzar a prepararme e ir al trabajo. Me derrumbé por dentro y dejé mi cuerpo inmóvil sobre el incómodo sofá en el que nos habíamos quedado a dormir al final.

A pesar de mi ánimo maltrecho, paulatinamente me decidí por levantarme. Sabía bien que dormirme otra vez únicamente serviría para cansarme más aún, por lo que decidí ahorrarme eso. Con cuidado, fui moviendo a los monstruos sin llegar a despertarlos. Mercury, al estar en la almohada, apenas sintió mi movimiento más que cuando me incorporé, pero, como solía dormir tan poco, en los ratos que lograba conciliar el sueño los aprovechaba todo lo posible; prácticamente cayendo en un estado de total inconsciencia a menos que sintiera un peligro real. Pluto y Neptune, por lo general, tenían un sueño profundo, así que no fue muy complicado. Venus sí que se removió algo inquieto al sentir que algo lo tocaba, pero bastó con un par de murmullos para tranquilizarlo y hacer que se acurrucase de nuevo con los otros dos en la manta, junto al gato que desplacé con suavidad. Sin embargo, Saturn, al notar el ajetreo, salió de su sueño ligero de golpe. Al verme incorporada, él también se levantó.

—Duérmete otra vez... —susurré. —Es pronto.

El Thisle, lejos de obedecer, solo se frotó la cuenca derecha, justo sobre la cicatriz, y se apartó el sueño con un bostezo que dejó ver la hilera de puntiagudos colmillos. Suspiré al comprender que tenía la intención de venir a acompañarme en la preparación del día. Me dolía pensar que lo había despertado, sabiendo lo poco que él solía descansar. De todas formas, antes de que pudiera decirle nada más, el bittie acabó de estirarse y me dio una expresión suave, casi sonriendo. Sus ojos parecían más enfocados ahora...

—buenos días —tarareó, algo adormilado.

—Saturn, deberías dormir un poco más...

No me dejó continuar, pues el cachorro asió los dedos de mi mano y, con una risa entre dientes, se frotó contra mí y dejó escapar un ligero beso esquelético en mi piel. Aquello me sorprendió lo suficientemente como para olvidarme de reñirle, cosa que, tal y como me miró, con aquel aire de astucia, me dejó bastante claro que había planeado de antemano. Suspiré, dejándome llevar un poco y, alzándolo con cuidado, le devolví el beso. Parecía bastante satisfecho.

—eso está mejor, niña... —se burló, descarado, disfrutando de mi sonrojo.

Puse los ojos en blanco y él se rio de vuelta en voz baja. Aun así, acarició mi mano con cuidado y se me quedó mirando con fijeza.

—Vámonos antes de que despertemos a los demás, anda... —Le dije, algo tímida ante la atención recibida.

Reconducí mi mano hasta el hombro y él se sentó allí, pero, en vez de quedarse erguido, como solía hacer, se dejó apoyar en el cuello y paso sus falanges por allí, haciéndome cosquillas. No queriendo darle la satisfacción de que lo supiera, me forcé a levantarme y caminar sin decir nada, pero, a decir verdad, no podía dejar de sentir el toque en ningún momento, aunque fuese algo tan simple e inocente. Me quemaba en la piel... No estaba acostumbrada. El único que dejaba aquel tipo de caricias en esa zona solía ser Mercury, y no era muy usual, por lo que recibirlas tan temprano al despertar me estremecía, sin embargo, no era tan desagradable como pensaba que sería. De todas formas, me esforcé por callarme y salimos juntos para ir a la cocina.

Al llegar a nuestro destino, nos golpeó de nuevo la realidad. El caos aún latía con fuerza por toda la habitación. La noche anterior, según me explicaron, en el tiempo que yo había estado durmiendo en mi cuarto, al menos los bitties se habían ocupado de limpiar el agua encharcada para evitar que el suelo se estropease. Por ello, Neptune y Pluto habían quedado tan agotados. Sin embargo, las manchas de las paredes y todo lo del fregadero y la mesa seguía igual. Al volver a verlo no pude evitar deprimirme. Saturn dio un suspiro.

Órbita. (Bittybones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora