🦴 Capítulo 30.

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A la mañana siguiente, Mercury y yo nos dirigimos otra vez a la tienda de bitties de Gen.

Lo cierto es que estaba bastante nerviosa. La noche anterior había estado muy tranquila y mi mente estuvo lo suficientemente despejada como para llegar a la conclusión de que, acoger a un par de bittys, casi desconocidos, era una buena idea. Ahora ya no lo tenía tan claro y dudaba al pensar en si todo había sido producto de una impulsividad impropia en mi persona. No obstante, nada de eso era lo bastante determinante como para hacerme retroceder ahora. Seguía pensando con firmeza que aquello era algo que nos vendría bien al Omni e incluso a mí también. Sin embargo, lo que me hacía dudar era lo que hubo expuesto Mercury en la montaña. Realmente debíamos pensar en qué podrían necesitar aquel par de monstruos, eso en caso de que quisiesen siquiera acompañarnos. Y la opinión de Gen sería algo clave para mi decisión, dado que la consideraba como la experta en materia frente a mi inexperiencia pronunciada. Aun así, abrí la puerta con decisión para hacer repicar la campanilla de siempre.

Al cabo de un rato, la joven de cabello desordenado apareció tras una de las altas estanterías, con una cesta en el costado. Según parecería, estaba colocando y ordenando los nuevos productos que había recibido por parte de un proveedor. Al ver mi figura ni siquiera se esforzó por disimular su sorpresa.

—¿Dew? Que extraño verte por aquí... Nunca sueles venir por la mañana. Y mucho menos cuando hace tan poco que estuvisteis aquí —dijo, acercándose al mostrador. —Hola, Mercury...

Ambos saludamos, el Omni educadamente y yo con un simple asentimiento de cabeza. La chica dejó la cesta sobre una mesa y nos sonrió, esperando nuestra demanda. Me removí, inquieta.

—Me gustaría poder charlar contigo... Pero preferiría hacerlo en un lugar más privado. Es algo importante...

Gen alzó las cejas, curiosa por el tono misterioso de mi oración. Luego, tras unos instantes, asintió y nos hizo una seña con la mano.

—Pasad conmigo al despacho, allí no nos molestarán. —La seguimos en silencio a través de la misteriosa puerta naranja. Allí nos recibió un pasillo, el cual seguía hacia delante hasta dar a otro par de puertas cerradas, pero la dueña del local nos señaló a otra que estaba casi enfrente de la que acabábamos de cruzar. —Tienes suerte de haber venido a esta hora. Los clientes suelen venir un poco más tarde, sobre todo a las once o así. Creo que tendremos un rato tranquilo.

—Lamento ocasionar molestias... —musité. Ella me tranquilizó con un gesto mientras me invitaba a sentarme en una silla acolchada.

La estancia donde nos encontrábamos era bastante bonita. Los muebles de madera de pino quedaban bastante armoniosos con el tono verde pistacho que exhibían las paredes. Había un gran armario y un mueble de archivador a rebosar de fichas y documentos. Todo estaba bastante ordenado y limpio. Desde el perchero hasta el cristal de la ventana que dejaba entrar la luz natural tras la fina cortina blanca. Sobre la mesa, aparte de otro montón de papeles, había más objetos para bitties. El teléfono fijo y la pantalla del ordenador se estilaban antiguos... Tomé asiento en una de las sillas que se separaban por la mesa mientras la contraria era ocupada por Gen. Mercury se quedó sobre mi hombro.

—¿Y bien? ¿A qué viene tanto secretismo?

—No es nada de eso, solo que no me parecía que pudiese hablar sobre esto tan a la ligera cuando nos podían interrumpir. He tenido una idea y me gustaría saber tu opinión antes de hacer nada...

—Pues adelante, cuéntame —alentó la mujer.

Noté como el Omni acariciaba mi cuello con disimulo, tras el cabello, queriendo tranquilizarme.

—Resulta que, desde hace un tiempo, he estado pensando que es posible que Mercury pudiera sentirse un poco solitario. Además, resulta que pronto tendré que hacer más horas en el trabajo durante cierto tiempo y no me gusta la idea de que él se quede solo... —expliqué—. Por eso, y dado lo que me comentaste el otro día sobre que estabas algo agobiada al tener tantos bitties en la tienda, había pensado que, quizá, acoger a un par podría sernos de ayuda a todos...

Órbita. (Bittybones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora