🦴 Capítulo 43.

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Aún siendo fin de semana me desperté muy temprano. Eran las siete cuando el sueño me abandonó del cuerpo. Arrastré mi figura de la cama y me metí en el baño. Tenía la cara hinchada y adormilada. Después me dirigí hasta la cocina. Allí ya estaban Venus, el Thisle y Mercury, pues eran los más madrugadores. El de la bufanda roja me saludó en voz alta, mientras los otros dos tan solo hacían un gesto con la cabeza. Yo di prácticamente un gruñido en respuesta. Desganada, tomé un batido de la nevera mientras sentía las patas de Snarl clavarse en mis piernas para saludar. Le di un par de palmaditas bruscas en la cabeza. Luego me senté en una silla. Un silencio cómodo se instaló en la cocina. A pesar de ser enérgico, el Treacle había aprendido a respetar las mañanas silenciosas que necesitábamos el Omni y yo para no levantarnos de malhumor, aunque al principio le había costado entender. Por suerte, el monstruo del pañuelo morado también había resultado ser similar a nosotros y rara vez hablaba antes de tomar su habitual café. Solíamos pasar aquel rato callados, dándonos tiempo a salir del sueño.

Aquel día habíamos quedado en ir a la montaña. Hacía tiempo que no íbamos y Mercury lo había propuesto para mostrárselo a los otros bitties. Todos parecían algo emocionados por la idea. Entre ellos, uno de los más interesados fue el Thisle, pues tenía curiosidad por ver el lugar donde el Omni y yo salíamos a ver las estrellas.

Con el paso de la semana, y desde mi charla con el Cider, yo había puesto un ojo sobre su hermano. Su aptitud, aunque seguía siendo seria y fría, era un tanto menos tensa a mi alrededor en el momento en el que comencé a ser menos distante con él y abandoné gran parte de mi sarcasmo hacia su figura. Incluso parecía ser más dedicado y mostraba su preocupación con pequeñas cosas como preguntar cómo había ido el trabajo, reñirme al oírme maldecir demasiado y otros gestos sutiles. Antes lo hubiese interpretado como que se estuviese burlando de mí, pero ahora comprendía que lo hacía sin malicia. Pronto descubrí que era bastante más amable de lo que dejaba ver en un principio, a pesar de su tono duro. Era realmente útil a la hora de recordar cualquier cosa pues, junto al Treacle, solía ser el que acababa cuidando y dirigiendo a los demás para que no olvidasen sus tareas u otras cosas más importantes. Solía ser quien reñía al Cider cuando este pasaba demasiado tiempo evitando a los demás o se ponía exquisito con la comida y también le recordaba a menudo al Slate las cosas que debía hacer o le ayudaba cuando el bitty del cráneo roto se frustraba por no recordar las cosas... El de la cazadora de pinchos era asombrosamente paciente con los demás, a pesar de que a veces su tono fuera cortante o cansado. Se esforzaba mucho por mantener el orden.

Algo que también destacó a lo largo de la semana fue que Pluto parecía mucho más activo. Desde que había llegado a mi casa, no era extraño que el Slate se pasara mucho tiempo durmiendo por los rincones. Cuando no estaba cepillando el pelaje de los perros, ayudándome a alimentar a Jingle o cualquier cosa que relacionase a mis mascotas, el bittie solía pasársela antes tomando siestas por doquier. Sin embargo, poco a poco había hecho una diferencia con los primeros días y ahora, aunque seguía tomando siestas a menudo, parecía estar bastante más espabilado que antes. Aquello era una buena señal, pues significaba que su salud había mejorado considerablemente. Además, sus patrones del habla, aunque a veces seguían siendo ilegibles, en especial cuando se frustraba al no lograr recordar las cosas claramente, también parecían mejorar. Seguía siendo el más silencioso, pero a veces me sorprendía con algún juego de palabras que, en su mayoría, hacían enojar a su hermano y al Cider. Era algo reconfortante saber que iba progresando.

Durante aquel día no hicimos la gran cosa en realidad. Por la mañana estuvimos limpiando, aunque en cierto momento Pluto y el Cider trataron de escabullirse para ser atrapados casi de inmediato por Venus. Era realmente implacable en lo respecto a las tareas domésticas y, a pesar de ser un amor, podía llegar a ser muy aterrador cuando quería... Sabía aprovechar muy bien sus rasgos espeluznantes para su beneficio, y luego volvía a adoptar su sonrisa inocente. Llegamos a la conclusión de que era mucho mejor tratar de no enfadar demasiado al Treacle por nuestro bien.

Órbita. (Bittybones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora