🦴 Capítulo 46.

42 5 0
                                    

Una melodía suave resonaba desde las entrañas de los altavoces del equipo de música, incitándome así a tararear la letra de forma inconsciente mientras paseaba mis dedos por las letras del teclado. Conforme el texto en la pantalla avanzaba también lo hacía el hilo de mis pensamientos... En cierto momento me trabé al encontrarme en la molesta situación de querer dar con cierta palabra concreta y no ser capaz de recordar con exactitud la estructura correcta. Únicamente se presentaban algunos sinónimos que apenas rozaban el significado que yo buscaba. Suspiré al pensar en aquel diccionario especializado que estaría perdido por algún rincón del trastero en la casa de mis padres, añorándolo. Por ello, traté de solucionar la traba con una rápida búsqueda por internet, sin llegar tampoco a buen puerto, de esa manera, acabé por dirigirme al bitty que se entretenía por su cuenta en la inmersión de un viejo libro; todo un clásico de la literatura universal y romántica, teniendo por autora a una de las mayores maestras del género.

—¿Me puedes dar un sinónimo formal de la palabra "mentiroso"? —El Omni me observó, pensativo. —No me sale ahora mismo...

—¿Embustero? —sugirió. Yo negué con la cabeza, frustrada por no poder recordar la palabra que me rondaba en el subconsciente. —¿Falso? ¿Farsante?

—No... —suspiré... —Si es que lo tengo en la punta de la lengua... —Saqué el órgano mentado y se lo enseñé durante un segundo al pequeño. —¿Lo ves?

Mercury rio entre dientes mientras negaba con la cabeza. Hice un puchero mientras seguía repasando la lista de palabras en mi cabeza, en busca de la que quería y se me escapaba.

—¿Y no le vale alguna de las que hemos dicho ya? —Negué, terca; aquello ya era una cuestión de orgullo. El cachorro se frotó la barbilla, meditabundo. —Una palabra similar a mentiroso, pero más formal... ¿Fingido? ¿Engañoso? ¿Aparente? ¿Fariseo? ¿Falaz?

Chasqueé los dedos, deteniéndole.

—¡La última! Se parece mucho a la última, pero no es esa... ¡Vamos, casi lo tenemos!

El Omni se removió, contagiado de mi entusiasmo... Se devanó los sesos hasta que, al final, dio una última sugerencia en un tímido murmullo.

—¿Mendaz?

—¡Sí! —exclamé, extasiada por haber logrado dar con la palabra que llevaba un rato buscando. Lo celebré con una risotada alegre. Mercury me observaba con una sonrisa satisfecha. —Joder... De verdad odio cuando pasan estas cosas y no logro dar con la palabra. Gracias por la ayuda... —dije mientras me disponía a escribir rápidamente la palabra en el texto que estaba componiendo.

El bittie se limitó a cabecear, divertido, mientras volvía a enfrascarse en la lectura de la célebre señorita Austen. Me pasé al menos otra media hora en silencio, escribiendo a buena marcha, solo distraída de vez en cuando por el hipnótico estribillo que resonaba en la canción que me mecía con gentileza. En aquel momento nosotros éramos los únicos que estábamos en la habitación, siendo que los demás bitties estaban algo dispersos por la casa a su gusto.

Era consciente de que, en el salón, estarían seguramente todavía Saturn, Neptune y Venus, quienes se habían quedado viendo algo en el televisor. A Pluto, por su parte, le recordaba durmiendo en la habitación de invitados junto con la enroscada figura de Snarl; el cual había tenido una mañana algo pachucha al haber estado vomitando algo que le había sentado mal al estómago. El Slate no se había separado en todo el día del can al verle enfermo... A Jingle le había visto por última vez en la cocina a la hora de la comida, pero ahora no tenía ni idea de dónde andaba. Way se había quedado en el salón con los otros tres bitties, tumbada en el sillón tranquilamente.

En cierto momento, noté como el diálogo del capítulo que estaba escribiendo se me encasquillaba; aquello era casi siempre mi mayor dificultad a la hora de crear historias. Por ello, me recliné en mi silla de madera de cerezo y miré distraídamente al techo. Mi oído captó algunos de los versos de la canción que la grave y cascada voz que tanto amaba de Sabina cantaba, seduciendo mi atención. De alguna manera, al hacer alusión a tiempos pasados y los recuerdos de una vida consumida, el pensamiento de la retrospectiva de la historia cantada me hizo perderme en un mar de recuerdos. Y eso, de alguna manera, pinchó en mi corazón al ver la silueta de Mercury y pensar en la laguna en blanco de su memoria. No solíamos hablar demasiado de todo aquello, pues sabía bien que le entristecía y solía aportar frustración a su fustigada mente. Sin embargo, había algo que recordé en aquel momento y, antes de pensar bien en las consecuencias de mi frase, la dejé ir...

Órbita. (Bittybones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora