Habían pasado unos días. Todo estaba bien. Fueron días tranquilos y pacíficos... Al menos así fue hasta que, el jueves por la tarde, tras el trabajo, recibí una llamada telefónica. Al tomar el móvil y ver el nombre de mi hermana reluciente en la pantalla no dudé en tomar la llamada. Hacía tiempo que no hablábamos más que por mensaje... Por ello accedí a contestar, sin saber la irritación que me llevaría con aquella inocente acción.
—¿Hola?
—¡Hola! ¿Qué tal?
Me senté en el sofá, quitándome las botas y dejándolas por ahí, sin preocuparme que cayesen al suelo desordenadas.
—Meh... Ahí vamos. ¿Y tú?
—Pues te llamo para saber cómo estás porque parece que no te acuerdas que tienes una hermana y nunca llamas... Ya casi ni hablas por mensaje —escuché que me reprochaba.
—No ha sucedido tampoco nada que pueda interesarte... Mucho trabajo y eso.
—Mamá se molestó porque no viniste a comer el domingo.
—Ya le dije que estaba ocupada...
—Aun así estuvo feo —riñó—. Podrías haber venido. Hace un montón que no te vemos.
—Ya te vi para tu cumpleaños... —le recordé.
—Sí, vamos... Te pasaste por aquí media hora solo para robar un trozo de tarta...
Enarqué una ceja.
—Te di un regalo...
—Eso no es lo importante —cambió de tema.
—¿Ah, no? Pues devuélvemelo.
—¡Uy! No puedo... No tengo el recibo... —oí un suspiro dramático y fingido—. Tendré que hacer el esfuerzo de quedármelo.
Sonreí.
—Seh... superconveniente —rezongué—. Qué asco das...
—¡Illo! ¿De qué vas, inútil? Eso está muy feo...
—¿Cómo que inútil? —me exalté—. Solo te doy el trato que mereces, escoria.
—Idiota.
—Imbécil.
—Estúpida.
—Gilipollas.
—Subnormal.
—Rubia.
—Eso no es un insulto...
—¿Ah, no? —sonreí con maldad—. ¿Seguro?
—Seguro —dijo con confianza—. Es lo más precioso que puedas ver en tu triste vida...
—Preferiría arrancarme los ojos y pegarme un tiro en la boca a creer que lo que dices es verdad...
—Bah... Sabes que eso no es cierto. Solamente tienes que mirarme a mí para ver lo equivocada que estás —pinchó en broma.
—El tinte te ha frito el poco cerebro que te quedaba.
—Soy rubia natural, idiota.
—¡Ja! Perdiste. Has repetido un insulto... ¿Ves como eres tonta? Y encima ni siquiera tienes la excusa de que haya sido el tinte... Siempre fuiste igual de cortita. Pero te lo perdono, tranquila... No es tu culpa ser rubia.
—Que te jodan, bicho...
Me reí, victoriosa.
—¿Y las enanas?
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Órbita. (Bittybones)
FanfictionLa cotidianidad de mi mundo solitario y silencioso es lo que conozco como vida... Nunca ha sido demasiado emocionante, pero trato de mantener mi existencia con la armonía que me procure suficiente emoción para no quebrarme demasiado pronto. Al menos...