🦴 Capítulo 49.

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Abrí la puerta de casa, empujando el gran tablero de madera con el hombro mientras sujetaba las bolsas. Se me acumularon las tareas al tener que refrenar a Snarl y a Way para evitar que se escaparan al tiempo que continuaba la discusión que nos distraía al Treacle y a mí.

Habíamos tenido que salir a última hora, deprisa y corriendo, en busca de conseguir algún tipo de carne para el estofado que habíamos estado preparando. Resultó que, en una soberana equivocación, creímos que aún quedaba algo en el congelador; craso error. Por aquella razón tuvimos que salir de casa e ir a una tienda que nos habíamos encontrado por casualidad. Aún íbamos debatiendo sobre si había sido una buena idea o no decantarnos por aquel apaño, pues yo andaba descontenta con el trato del dependiente por habernos atendido de aquella manera tan desapacible por haberle hecho cerrar su negocio más tarde de lo habitual.

—Solo digo que, aunque hayamos llegado a última hora, no debería habernos tratado así —me seguía quejando... Aparté al perro, que trataba de olisquear la bolsa. —¡Quieto, Snarl! —reñí—. Se supone que se debe ser cordial con los clientes, ¿no?

—HA SIDO DESAGRADABLE —admitía Venus—, PERO HAY QUE COMPRENDER SU PERSPECTIVA... HEMOS LLEGADO CUANDO ESTABA CERRANDO LA PUERTA, Y JUSTO ESTÁ EMPEZANDO EL FIN DE SEMANA. ES NORMAL QUE ESTUVIESE ALGO MOLESTO.

—Eres demasiado amable y comprensivo. ¡Ni siquiera ha querido cortarnos la carne!

—YA LO HAREMOS NOSOTROS... —tranquilizó el bitty, cansado de oírme. —DEJA DE SER TAN NEGATIVA, POR FAVOR. ASÍ SOLO LOGRARÁS AMARGARTE, DEW...

Yo chasqueé la lengua. Pasamos por el pasillo, llegando al fin a la cocina. Allí estaba Saturn, acompañado por Pluto, vigilando el fuego de la hornilla donde reposaba la olla. Nos dieron un corto saludo.

—¿qué tal ha ido? —cuestionó el del pañuelo morado.

—Mal... El tendero nuevo es desagradable —respondí, mordaz.

—NO LE HAGAS CASO... —desacreditó Venus. —HEMOS CONSEGUIDO LA CARNE, ASÍ QUE HA IDO BIEN. LO DEMÁS DA IGUAL.

Me dediqué a poner la bolsa en la encimera, para después sacarla y empezar a prepararla. Después me quité el pañuelo de color azul que llevaba al cuello y lo colgué en una silla. Pluto estaba allí sentado, cerca del servilletero, por lo que se acercó, curioso. Le sonreí y acaricié con brevedad al tiempo que observaba el cuadro. Venus le estaba dando los detalles de lo ocurrido al Thisle. Echando en falta a dos de mis bitties, me dirigí al Slate.

—¿Dónde están Mercury y Neptune?

El pequeño de la herida en el cráneo me dirigió una mirada perezosa. Tardó un poco en asimilar la pregunta, pero acabó señalando a la puerta entreabierta que se veía a través del pasillo; era la habitación de invitados, donde últimamente se reunían los monstruos y pasaban el rato. Era un sitio bastante tranquilo en el que podían trabajar a gusto. Mercury estaba muy centrado en su proyecto de crear un segundo mapa de estrellas junto con el Thisle. Luego, el bitty del colmillo dorado disfrutaba de ponerse a dibujar en cualquier rincón tranquilo de aquel lugar. Al intuir lo que les tendría tan abstraídos hasta el punto de ni siquiera salir a saludar, acabé asintiendo y centrarme en mis asuntos. Me dispuse a desempacar la compra y guardar lo que no necesitábamos inmediatamente. De fondo oía la conversación de Saturn y Venus.

En cierto momento, al sentir las patitas de Snarl clavarse en mis piernas, no pude evitar dar un grito molesto. Sacudí mi extremidad y le lancé una mirada beligerante. El perro se cuidó de alejarse, intimidado, pero aun así seguía irritandome su presencia, por lo que no tardé en dar una sonora palmada y hacer para que saliese de la cocina, pues no quería que siguiese estorbando; no hubiese sido la primera vez que, por culpa de ir anduviendo bajo mis piernas, se acabara quemando o yo le pisase sin querer en un descuido, y eso era algo que sería mejor evitar, pues un pisotón con mis botas negras de suela dura no era precisamente algo muy agradable. De aquella manera, me aseguré de echar al can.

Órbita. (Bittybones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora