Capitulo 7

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• Bridget •

   —¡Te lo juro! Estuve castigada por una semana entera. —Rodé los ojos. Michael no podía dejar de reír.

   Le estaba contando mi historia de cómo golpeé a un chico con mi violín cuando tenía nueve años. Él se sentaba detrás de mí en clase y halaba mi cabello siempre que parábamos de tocar. Era irritante. Así que, en un momento de frustración, le golpeé con mi violín a un lado de su cabeza. Suerte para él era un instrumento hueco y no una guitarra eléctrica. Una vez lo vi pasar por frente de mi casa. Estuve tentada a golpearlo de nuevo, y eso paso hace un año atrás. Nunca olvidare lo molesto que era.

   Desde pequeña mi vida ha sido la música. Comencé a ir a una orquesta cuando tenía siete años. El primer instrumento que toqué fue una flauta, porque como dicen: "si aprendes a tocar flauta, será más fácil cuando quieras aprender otro instrumento". Pero para ser franca, siempre odié la flauta, o mejor dicho, los instrumentos de viento. Ninguno de era mi estilo.

   Al principio nunca quise participar en los conciertos, y culpo eso a que no me gustaba el instrumento que tocaba. Hasta que un día, decidí colarme en uno de los ensayos de las cuerdas, y me enamoré por completo del violín. El sonido melódico que producía, el manejo del arco, todo me parecía hermoso. 

   Desde ese momento, a los ocho años, comencé a tocar violín. Recuerdo que estaba tan obsesionada con ello que practicaba todo el tiempo que pudiera, e incluso en la escuela a la hora del almuerzo. En menos de un año pasé de ser segundo violín a primero; y a medida que fui creciendo fui asistiendo a diferentes conciertos y obtuve muchos reconocimientos por ello.

   Fue a partir de entonces que me quise enfocar en algo más profesional. Deseaba, luego de terminar la secundaria, poder audicionar para entrar a Juilliard como violinista. Mamá lo había hecho muchos años atrás y había obtenido una beca, ¡y no la culpo! Ella era realmente excelente. Por mala suerte, no pudo ingresar ya que, a los meses, ella quedó embarazada de mí, y decidió abandonar sus sueños y hacerse cargo de su nuevo bebé.

   Es por eso que antes de que ella muriera, hizo prometerme que cumpliría ese sueño por ella. Y estoy segura de que lo haré.

   Era muy fácil hablar con Michael. Estábamos en la misma mesa de hace una hora contando historias y riéndonos de nuestros embarazosos momentos en la infancia. Me contó cómo una vez se le había bajado el traje de baño en una piscina pública y que la chica que le gustaba estaba ahí; o como se le había salido un super eructo en plena clase. Era muy divertido. También yo tenía historias que contarle. Tuve una buena infancia, después de todo. La pesadilla comenzó en mi adolescencia, cuando mi mamá murió y todo se convirtió en un jodido desastre. Prefiero no pensar en eso ahora.

   —Entonces, ¿qué pasa con esos chicos? —preguntó Michael dándole un sorbo a su té de limón—. Creí que no conocías a nadie de aquí.

   —Ah, bueno, Luke es parte de mi familia de intercambio. Él era el rubio alto. El otro es su mejor amigo, el achinado. Y este chico Nick, también pertenece a su grupo. —Le explico, encogiéndome de hombros.

   —¿Y te agrada?

   —¿Tengo cara de chica básica que le agradan los imbéciles? —Hice una mueca de disgusto.

   No me simpatizaba en nada. Ni siquiera sé por qué actué de la manera en que lo hice hace unas horas, y me llevé mi merecido por eso. Creo que quería comprobar si podía ponerlo caliente, a pesar de su desprecio hacia mí. O quizás solo quería humillarlo. Creo que era un poco de ambos.

   De todas maneras, esa no era excusa para encerrarme en una habitación completamente oscura y calurosa. Me sentí aterrorizada mientras me mantuve cautiva, no sólo porque la oscuridad generaba en mí verdadero horror, sino también por lo asfixiante y enrarecido del lugar. Quizás fui influenciada por las advertencias de Luke, pero pude jurar que había verdadera energía pesada en ese lugar. Me provoca escalofríos siquiera pensarlo.

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