Capitulo 16

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• Luke •

   —Basta, mamá. Lo tengo claro, ¿vale? No importan las consecuencias, solo quiero que Bethany esté bien. —Aclaré, pasando mis manos entre mi cabello, agotado.

   Hace media hora mamá me había arrastrado fuera del hospital y no dejó de gritarme ni por un segundo. 

   Y vaya que lo tenía merecido. 

   Luego del incidente, Bethany se desmayó y la atrapé antes de que golpeara el suelo. Su cara estaba completamente roja, la mitad de su rostro hinchado y pequeñas gotas de sangre corrían de la cortada al lado de su ojo. Por suerte, no necesitó suturas, pero no le quitaba gravedad a la situación. En ese preciso instante, me olvidé de todo lo demás, y la tomé entre mis brazos hasta el auto, conduciendo directamente al hospital.

   Había sido un completo imbécil. Tuve tiempo de detenerme. Tuve tiempo de reflexionar y evitar el golpe, pero no lo hice. Por más que le haya dicho a mamá que fue un accidente, ella no dejaba de reprenderme. He estado en peleas antes, sí, he llegado a casa con labios rotos, cejas cortadas y ojos morados. Soy un chico problemático, pero nunca golpearía a una mujer intencionalmente. Jamás. Y aunque Bethany no sea mi chica favorita en el mundo, no podía evitar sentir compasión por ella. 

   Desde que llegó, nuestra relación no ha sido la mejor de todas; me he comportado como un maldito patán, y creo que ya es momento de compensárselo. 

   Aunque dudo que siquiera quiera verme la cara.

   —Liz, Beth ya despertó. —Habló mi padre, ¿en qué momento se acercó a nosotros?

   Mamá corrió dentro hasta la habitación donde Beth estaba internada, no sin antes lanzarme una mirada fulminante. Tenía muchas ganas de verla, pero no sabía si era una buena idea, probablemente estaba odiándome hasta la muerte. Además, Zeke se encontraba adentro, junto con la rubia y el chico de cabello alborotado y hoyuelos. Él me había seguido hasta acá, y los demás llegaron hacía una hora, y juntos estaban esperando a que la rojita despertara.

   En vez de entrar, me dirijo hacia mi auto y conduzco a la casa de Calum. No sé si es el momento ideal de pedirle disculpas, apenas despertó, y no creo que mi cara sea lo primero que quiera ver.

   Al fin y al cabo, sobran las oportunidades para disculparme con ella.

   Una vez en casa de Cal, camino en zancadas hasta la puerta y entro sin molestarme en tocar. Al principio creo que no hay nadie en casa, lo cual me extraña, esto siempre está repleto de gente. Calum tenía una hermana mayor fuera de casa, pero su tía, hermana de su madre, falleció hace unos años de cáncer de pulmón, dejando a sus hijos gemelos Ed y Josh completamente huérfanos y desamparados. Por suerte, la señora Joy, como toda una heroína, los adoptó, e invitó a vivir con ellos. Desde entonces, la casa Hood raramente está vacía, a excepción de hoy, al parecer.

   Subo las escaleras hasta el segundo piso de la casa y camino entre el laberinto de pasillos y habitaciones que es la estancia de arriba. Esta casa es enorme, incluso más que la mía. Contaba con cinco habitaciones y un baño en cada una, unas puertas francesas que llevaban a una sala de recreación, otras puertas corredizas de vidrio que llevaban al patio trasero, en donde encontrabas una piscina tan grande que cómodamente cabían treinta personas en ella, un bar repleto de bebidas y todo lo que puedas pedir, y la señora Hood había hecho un gran trabajo en decorar el jardín con lindas flores y luces de navidad; regresando al interior, había una cocina italiana, una sala de estar aún más grande, un comedor, y la oficina del padre de Calum. Era muy espaciosa para una familia de solo tres personas, e incluso con los gemelos, ¿por qué necesitaban tanto espacio, de todos modos?

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