Capitulo 22

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• Luke •

   —¿Luke?

   La luna proporciona luz suficiente para que reconozca el cuerpo familiar de la chica que tenía frente a mí. Me seco las lágrimas violentamente con el dorso de mi mano y la miro con desprecio.

   —Eres la última persona que quiero ver en este momento, Thompson. —Le digo, sentándome más erguido sobre la arena.

   Ella pone los ojos en blanco.

   —Siempre soy la última persona que quieres ver, Luke.

   —Al menos en algo estamos de acuerdo. —Repliqué.

   Ella no parece afectada por mi respuesta. Se acerca más y se arrodilla a mi lado con una expresión angustiosa.

   —¿Estás bien? —cuestiona con una voz suave.

   —No. Vete. —Respondo agresivo.

   No la miro. Dirijo mi vista hacia las estrellas y las empiezo a contar una a una, respirando entre cada número. Identifiqué la osa menor con facilidad en el cielo y empiezo a buscar otras constelaciones, enfocando mi atención en cualquier cosa menos en ella. Debería irme, aún más cuando en vez de acatar mi orden, Bethany se sienta a mi lado, contemplando el océano a pocos metros de nuestra ubicación.

   —No lo haré hasta que no me digas que sucede. —Murmura después de un par de minutos.

   Esta vez me fijo en ella. Su oscura mirada reflejaba el mar y la luz de la luna alcanzando una mezcla de profunda melancolía. El dulzón perfume de vainilla inundó mis fosas nasales con intensidad y me sacio del aroma como una droga. Su cabello rojizo en ondas se deslizaba por su espalda hasta la cintura por su blusa blanca. Mentalmente admití que se veía preciosa.

   A pesar de ello, no la quería cerca. Necesitaba que se alejara, que se marchara de mi casa y de mi vida de una buena vez. Odiaba llorar, no lo hacía nunca, pero la frustración y el temor de tener a Kate lejos de mí provocó un sin fin de sentimientos apesadumbrados en mi interior y no dominé retenerlos. No me molesté en saludar a los demás en mi llegar, creo que ni siquiera saben que estoy aquí. Ni yo mismo sé por qué vine, maldición. 

   —¿Qué pasa si no quiero decírtelo? —pregunto más calmado esta vez.

   Ella me mira con una media sonrisa.

   —Entonces espero que no te moleste estar aquí toda la noche.

   Suelto un suspiro y comienzo a jugar con mis manos. Nos sentamos en silencio por un rato, escuchando el sonido de las olas rompiendo contra las rocas y la música y voces de las personas en la fiesta más allá de nuestra visión. Ella me ofrece una parte de su barra de chocolate, pero yo lo rechazo con un pequeño gesto de mi mano.

   —¿No sabes que el chocolate te sube los ánimos? —pregunta. Yo me río un poco.

   —¿Que estas cosas no te ponen algo hiperactiva? —digo, esta vez aceptando el dulce y llevando un cuadro de chocolate a mi boca, deshaciéndolo entre mi lengua y mi paladar.

   —Es por eso que te di la mitad. No creas que quiero ser amable contigo, solo es mejor que tirarlo.

   Suelto una carcajada abiertamente mientras me deleito con el sabor azucarado de la golosina. Desvanezco el pensamiento de quererla lejos solo por un breve instante. Estar acompañado me hacía sentir un poco menos miserable.

   —Kate se irá en un par de semanas. —Vomito las palabras antes de arrepentirme de mantenerlas solo para mí.

   Bethany me mira con los ojos abiertos.

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