• Bridget •
—¡Ya despierta! —escucho una voz femenina gritar. Mi colcha parece hundirse con alguien saltando enérgicamente sobre mi cama —. ¡Hora de despertar, cumpleañera!
Me froto los ojos con ambas manos intentando adaptarme a la claridad de la luz. La cabeza palpitaba en un agudo dolor, y mis ojos se sentían hinchados por todas las horas que me dediqué a llorar.
A pesar de haber asegurado a todo el mundo que la situación de Zeke no me importaba, por alguna razón me pareció buena idea pasar todos los días siguientes a la tragedia cantando canciones románticas y corazones rotos encerrada en mi habitación. Las películas cliché de amor se reproducían en mi computadora portátil casi a diario, como una rutina, y Liz no dejaba de preguntar si estaba bien. Nunca sabía qué responder.
No me sentía mal por lo que él hizo pues, a fin de cuentas, no era el amor de mi vida ni nada como eso; pero me hacía bastante nostálgica nada más la idea de lo que pudo haber sido si Zeke no hubiera decidido ser un maldito imbécil. Sé que debía dejar ir pensamientos tontos que me sólo me mantenían atada al embrollo, pero no sabía como evitarlo. Tonta.
Y ni siquiera hablar de lo mucho que tuve que contenerme físicamente para no entrar a los perfiles en línea de Zeke y Vienna y chequear por indicios de romanticismo que probablemente había ignorado antes al estar fuera de las redes sociales. En lugar de rendirme ante esta urgencia, bloqueé su número de teléfono. Había pasado toda la semana llamando y escribiéndome mensajes de texto, pero yo no me atreví a responder ni una sola vez.
Sin embargo, el domingo fue horrible. Zeke se atrevió a venir a casa de los Hemmings en el peor estado de embriaguez. Prácticamente acampa en el porche, y dijo no irse hasta que lo perdone. Tuve que llamar a Ashton para que lo recogiera antes de que Luke quisiera hacerse cargo al respecto. Sé que eso hubiera sido completamente mortificante para todos. Grita mi nombre una y otra vez mientras su amigo lo arrastra de vuelta al auto, haciéndome sentir avergonzada con Liz y Andrew. Por un lado, me siento mal por la angustia y el drama, por el otro, sólo puedo pensar "¡Sí, más te vale que tu culo esté rogando por mí!". Creo que eso es un poco retorcido.
Vienna no se había molestado en aparecer.
Parte de mí, estaba esperando algún percance con Vienna más temprano que tarde, pero la otra ingenua Bridget, quería creer que su amistad era sincera. Había hablado apenas al respecto con Anna y Ashton, quienes procuraban no dejarme sola ni un momento. Ambos se sentían apenados por la situación, cómo si de alguna manera fuera su culpa, e intentaban animarme un poco todos los días. Mayormente lo lograban.
Luke por otro lado era, completamente, otra persona.
Me insistía a comer la mayor parte del día, empeñándose en que no podría patearle el trasero a Vienna cuando la vea si no estaba lo suficientemente fuerte. Me obligaba a salir de la cama y ducharme. Aunque estaba la mayor parte del día trabajando en la tienda de la hermana de Nick, me enviaba textos o llamaba, sólo para asegurarse de que yo estuviera bien. No tengo idea de cómo sentirme al respecto, ¿era esta una manera de enamorarme y que yo perdiera el reto, o lo hacía porque verdaderamente yo le importara? Nunca podía estar segura.
Me senté en mi cama para ver a Anna con una sonrisa cual gato risón. Ashton estaba más atrás, y cargaba una bandeja con panqueques, huevos y tocino. Un vaso enorme con lo que parecía jugo de naranja y un pequeño ponqué de chocolate y fresas con una vela en medio.
—¡Feliz cumpleaños, Beth! —dijeron al unísono.
Me retuve a llorar. Sabía que tenía gente a mi alrededor que me quería y le importaba, pero no podía evitar pensar en mi familia y Los Ángeles. Verlos a través de una pantalla no lograba el mismo sentimiento; los extrañaba increíblemente, y aún mucho más en estas fechas. Así que, debido a eso, esperaba pasar mi cumpleaños envuelta entre mis mantas lamentándome por mi vida todo el día, pero sabía que no me permitirían ser tan patética. Ni yo misma debía permitirlo.
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Fugitiva
FanfictionTras cumplir los diecisiete años, Bridget Blackwell ha tomado la precipitada decisión de transferirse a un instituto al otro lado del mundo en su último año. Ella pensó que eso la alejaría de todos sus antiguos conflictos en casa, pero ahora, tendrá...