• Bridget •
Llegué a dormirme a las cuatro de la mañana solo para levantarme unas tres horas después. Este cambio de horario apesta, en serio. Me dolía terriblemente la cabeza y parecía un zombie mientras caminaba hasta el baño. Lo sé porque me asusté con mi propio reflejo en el espejo de cuerpo completo que estaba en mi habitación.
Tomé una ducha fría para espabilarme, aunque no hizo efecto en lo absoluto. Soy de esas personas que necesitan sus ocho horas de sueño para lucir radiante al día siguiente. Mal momento para empezar las clases, digo, ¿Quién quiere andar con la muerte? Nadie.
Anoche me sorprendí de lo vulnerable y cariñoso que se veía Luke. La forma en como trataba a Kate y el que se había puesto tan nervioso porque no la encontraba. Creo que no fue necesario formar toda esa algarabía; nadie entraba a las doce treinta de la noche a secuestrar a una niña pequeña, ¿cierto? Además, ¿a qué vino eso de que pensó que se había ahogado en la piscina? No lo entendía. Sin embargo, fue muy tierno verlo de esa forma. Claro está que después le entró su hombría y dulce Luke se esfumó. La próxima vez que lo vea así de nervioso, lo que tiene pocas probabilidades, no voy a hacer más que escupirle en el ojo. Idiota.
Hasta ayer, no me enteré de que mi nuevo uniforme había llegado por correo a esta casa sino cuando la señora Liz me lo entregó. No solíamos usar uniformes en mi vieja escuela, así que es extraño para mí. Odiaba vestir falda, y este lo tenía, y ¿chaqueta? ¿En serio? ¿No hace mucho calor para eso? Además de que era negra, y tenía finas rayas blancas verticales y el logo de la escuela bordado en el lado superior izquierdo de esta. Horrible. Suerte para mí, me quedaba como hecho a la medida. Debajo de la cazadora se usaba esta camisa blanca de botones que daba comezón, y también en las piernas unas medias blancas hasta las rodillas. No era tan malo, definitivamente podía ser peor; hubiera podido quedarme grande y holgado.
No había pensado en que zapatos debería ponerme. Siempre podía usar mis Vans negras, pero no lucia mucho con esas tontas medias. También estaban estos tacones que eran de mi mamá. Ni siquiera sé cómo llegaron a parar en mis valijas, pero si bien, se veían perfectos. No eran más que de cuero negro con una pretina que iba de un lado a otro por sobre el empeine; el tacón no podía ser más alto de tres centímetros y eran cómodos y para nada sonoros.
—Gracias, mami. —Susurré mientras me veía en el espejo. Tuve que reprimir las ganas de llorar.
Apliqué solo un poco de brillo en mis labios y máscara de pestañas, no necesitaba mucho maquillaje de todas formas. Tomé una mochila de color toronja que había traído de Los Ángeles y en ella guardé unas cuantas libretas y lapiceros y la nueva laptop que mi abuela me había regalado antes de venir. No sé si la necesitaría, la usábamos en mi escuela anterior, así que sólo lo hice por si acaso. También empaqué mi teléfono. No podía creer que yo seguía estancada en el mismo modelo de teléfono desde hace dos años. Era muy deprimente.
Me visualicé por última vez en el espejo. Había dejado mi cabello suelto, solo peinándolo con los dedos. Se veía bien. Me veía bien. Tomé un largo suspiro y salí de mi habitación escaleras abajo, donde ya todos estaban desayunando.
Luke y Kate tenían puesto el mismo uniforme de un tono verde navidad, pero sin las franjas. También usaban chaqueta y camisa blanca debajo. Era casi igual a mi uniforme, salvo que las medias de Kate eran más cortas y su falda más larga, y Luke, obviamente, usaba pantalón.
—¡Bethany, te ves estupenda! —halagó Liz al verme. Ahora la vista de todos estaban en mí.
—Gracias. ¿Bajé muy tarde para desayunar? —pregunto apenada. Debí de levantarme más temprano.
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Fugitiva
FanfictionTras cumplir los diecisiete años, Bridget Blackwell ha tomado la precipitada decisión de transferirse a un instituto al otro lado del mundo en su último año. Ella pensó que eso la alejaría de todos sus antiguos conflictos en casa, pero ahora, tendrá...