•Bridget•
—¡Por favor, Beth! —suplicó Anna reposada del casillero junto al mío —. Podría ponerme de rodillas ahora mismo.
—Oh por Dios, no hagas eso.
Era jueves por la mañana, y Anna ha estado todo lo que va del día atosigándome para que sea parte del nuevo grupo de animadoras. No sé cuántas veces le diré que está intentando convencer a la chica equivocada. Yo no era para nada atlética, sin flexibilidad, y carecía del espíritu animador con el que ellas contaban. Era todo lo contrario a lo que necesitaban.
Ella comenzó a insistir desde que esta chica Amy tuvo una fractura de tobillo y estaban buscando suplente hasta que se recuperara. Yo no sabía nada de lo que implicaba ser una animadora, ni siquiera sé que le hacía pensar que yo era una buena opción. Creo que me quiere mucho.
—Entonces, ¿lo harás? —preguntó. Me sentí tentada a azotar el casillero con frustración.
—No, de verdad, hacer el ridículo no es lo mío.
—Fingiré que eso no me ofendió. —Musitó, mientras caminábamos juntas a la siguiente clase.
—¡Lo digo por mí! Mira, agradezco que me hayas tomado en cuenta, pero soy mala para ese tipo de cosas.
—No puedes decir eso si nunca lo has intentado, Beth.
Lo que más me molestaba era que tenía razón.
—Además —agregó Anna —, ¿no hablaste de eso de empezar a hacer cosas que te hicieran salir de tu zona de confort?
Nota para mí misma: no mencionar las cosas que quiero o no hacer en frente de Anna. Ella realmente las recuerda.
—Si digo que sí, ¿prometes no insistirme nuevamente a hacer una locura similar?
—Nunca. Jamás. Lo prometo.
Suspiré pesadamente a la vez que me lanzaba sobre el incómodo asiento de la clase de arte. El profesor hoy llevaba puesto una de sus muy extrañas camisas de vivos colores y unos jeans que le quedaban increíblemente holgados. Me pregunto si soy la única que piensa en lo mucho que parece un vagabundo.
—Bien, lo haré. —Accedí. Anna me abrazó felizmente y celebró dando palmaditas como una niña pequeña.
—Las audiciones son el próximo viernes. Te ayudaré a saber todo lo que necesites el fin de semana, podemos hacerlo en mi casa o en la tuya y... ¡Oh! Puedo prestarte mi viejo uniforme para que parezcas una verdadera porrista. ¡Te encantará!
A pesar de que su entusiasmo me conmovía, deje de escucharla al ver a Zeke entrar al salón. No había tenido el placer de verlo en todo el día, y casi olvidé el vuelco en el estómago que me provocaba cada vez que lo miraba. Su cabello hoy lucía despeinado, y pude ver la sombra de una barba asomándose en su rostro. Era jodidamente caliente.
Aún no podía creer que iría a una cita con él mañana.
No le había comentado a nadie al respecto, sin embargo, estaba realmente tentada a pedirle consejos de moda a Vienna. No tenía remota idea de que ponerme. No he ido a citas nunca antes, al menos no una tan importante, y aunque así fuese, quería lucir deslumbrante para Zeke Martin.
—Hey. —Saludó Zeke a ambas, sentándose en el puesto sobrante a mi lado. Olía como a los malditos dioses.
Se acomodó en su asiento y me miró. Fue una mirada intensa. Como si estaba detallando cada parte de mi rostro para guardarlo en su memoria. En breve, sonrió.
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Fugitiva
FanfictionTras cumplir los diecisiete años, Bridget Blackwell ha tomado la precipitada decisión de transferirse a un instituto al otro lado del mundo en su último año. Ella pensó que eso la alejaría de todos sus antiguos conflictos en casa, pero ahora, tendrá...